Sinopsis:
La historia
de amor entre la joven Alma Velasco y el jardinero japonés Ichimei conduce al
lector por un recorrido a través de diversos escenarios que van desde la
Polonia de la Segunda Guerra Mundial hasta el San Francisco de nuestros días.
«A los
veintidós años, sospechando que tenían el tiempo contado, Ichimei y Alma se
atragantaron de amor para consumirlo entero, pero mientras más intentaban
agotarlo, más imprudente era el deseo, y quien diga que todo fuego se apaga
solo tarde o temprano, se equivoca: hay pasiones que son incendios hasta que
las ahoga el destino de un zarpazo y aun así quedan brasas calientes listas
para arder apenas se les da oxígeno.»
Reseña:
En un mundo como el de Alma y Ichimei,
donde la segunda guerra mundial está en boga, donde se habla de Hiroshima y
Nagasaki, una relación interracial era imposible, tal vez por eso todo sucedió
de esa manera.
Irina, es una joven extranjera que
vive en California, específicamente en San Francisco, sobrevive a base de bañar
perros y trabajar en un restaurante. Por ello, cuando la aceptan en Lark House,
no puede creerlo. Trabajar con ancianos es una de las cosas que más le gustan,
ya que le recuerda a sus abuelos que quedaron en Varsovia. Es una joven que no
tiene mucho dinero, ni interés en él, por eso, cuando uno de los ancianos que
cuida, le declara su amor, para después fallecer y heredarle todo, a ella no le
importa firmar y renunciar a esa pequeña fortuna. Es por ello que Alma Belasco,
una de las mujeres más importantes, le llama y la contrata.
A partir de este momento, la vida de
Irina dará un vuelco de 90 grados, pues en la convivencia cotidiana se descubre
siendo amiga de una mujer excepcionalmente interesante. Alma es una persona que,
contra todo pronóstico, decide ir en contra de la corriente. A pesar de contar con
un majestuoso caserón, renuncia a él y se va a vivir a esa casa de retiro de
ancianos. La pregunta es ¿Por qué? ¿A que le huye?
Con el paso de los días, y muy
secretamente, surge una historia de amor idílico, una historia que había quedado
sepultada entre las cartas amarillentas que descansaban en algún lugar, a muy
buen recaudo. La historia entre Ichimei Fukuda y Alma Belasco, ambos alejados
de su lugar de origen, quienes se conocen en la infancia y se aman toda la
vida, a pesar de los convencionalismos sociales, a pesar de ellos mismos. Sin
embargo, pese al corazón, no pueden estar juntos porque Alma no tuvo el coraje
de renunciar a su vida de lujos.
En lo personal, es una historia muy
humana. Siempre lo he dicho, hasta hoy Isabel Allende no me ha decepcionado. Supo
retratar tan bien la historia, que parece como si los personajes realmente hayan
existido. Se toma su tiempo para presentarlos al lector, desde sus
personalidades hasta lo que pasa por sus mentes. Una descripción magistral. Y
bueno, después ellos mismos se van desarrollando y tomando forma por si solos.
Una historia puramente de amor, que al terminar el libro te da la confianza
para criticar a la protagonista, pero después de cierto tiempo, te preguntas ¿Quién
no ha hecho tonterías por amor? Y todo
es perdonable.
No hablaré más al respecto porque
creo que deben leerla ustedes mismos.
Frases:
¿Hay alguna cuestión que yo deba
saber? —Soy adicta a videojuegos y novelas de fantasía. Ya sabe, Tolkien, Neil
Gaiman, Philip Pullman.
Emily y su hijo no eran los únicos
espíritus residentes.
—La gente mayor es la más divertida
del mundo. Ha vivido mucho, dice lo que le da la gana y le importa un bledo la
opinión ajena.
Había llegado a Lark House con su
tercera esposa, quien alcanzó a vivir sólo tres semanas antes de morir
atropellada en la calle por un ciclista distraído.
que la edad, por sí sola, no hace a
nadie mejor ni más sabio, sólo acentúa lo que cada uno ha sido siempre.
Nunca había hecho publicidad, porque
no había tenido necesidad de vender algo para ganarse la vida, pero su nombre
se había convertido en garantía de exclusividad y excelencia.
Se propuso proporcionarle un barniz de
cultura, llevarla a conciertos y museos, darle a leer libros para adultos en
vez de esos novelones absurdos de mundos fantásticos y criaturas sobrenaturales
que tanto le gustaban, y enseñarle modales,
Era el cuarto de una serie de gatos
similares, todos con el mismo nombre, que habían acompañado a Alma en diversas
etapas de la vida.
Según Hans Voigt, en la vejez
conviene enamorarse; hace bien a la salud y contra la depresión.
Ella se colgó de esa mano como de un
salvavidas y los intentos del chico por desprenderse fueron inútiles.
En los primeros meses de 1939 vertió
la reserva casi completa de sus lágrimas y sólo volvió a llorar en muy raras
ocasiones.
Aprendió a masticar sus penas sola y
con dignidad, convencida de que a nadie le importan los problemas ajenos y que
los dolores callados acaban por diluirse.
no quejarse nunca, no pedir nada,
esforzarse por ser los primeros en todo y no confiar en nadie.
—Porque me sobra tiempo y por primera
vez en mi vida nadie espera nada de mí. No tengo que demostrar nada, no ando
corriendo, cada día es un regalo y lo aprovecho a fondo.
«Hay diferencia entre vejez y
ancianidad. No es cosa de edad, sino de estado de salud física y mental —le
explicó Cathy—. Los viejos pueden mantener su independencia, pero los ancianos
necesitan asistencia y vigilancia hasta que llega un momento en que son como
niños.»
«A cualquier edad es preciso un
propósito en la vida. Es la mejor cura contra muchos males»,
Como decía su abuela, para qué perder
municiones en buitres;
—Hay mucha gente buena, Irina, pero
es discreta. Los malos, en cambio, hacen mucho ruido, por eso se notan más.
Todos coincidían en que bajo el
comunismo la pobreza era la misma, pero había alimento y seguridad, mientras
que la independencia sólo les había traído ruina y abandono.
Museo Nacional Japonés Americano.
A los ocho años se había enamorado de
Ichimei con la intensidad de los amores de la infancia y de Nathaniel con el
amor sereno de la vejez.
La conclusión de Alma fue que no le
bastaría una sola vida para pagar el privilegio de ser la única sobreviviente
de su familia.
Jean Valjean, como el protagonista de
la novela de Víctor Hugo, que había leído durante su convalecencia.
Eso pasa con la edad: las historias
del pasado cobran vida y se nos pegan en la piel.
Empezamos a envejecer en el momento
de nacer, cambiamos día a día, la vida es un continuo fluir. Evolucionamos. Lo
único diferente es que ahora estamos un poco más cerca de la muerte. ¿Y qué
tiene eso de malo? El amor y la amistad no envejecen.
Todos tenemos demonios en los
rincones oscuros del alma, pero si los sacamos a la luz, los demonios se
achican, se debilitan, se callan y al fin nos dejan en paz.
Por el camino se nos ensucia la vida,
pero podemos limpiarla. La felicidad no es exuberante ni bulliciosa, como el
placer o la alegría. Es silenciosa, tranquila, suave, es un estado interno de
satisfacción que empieza por amarse a sí mismo.
Antes de verla supo que estaba allí,
el apartamento estaba habitado, la arena de las paredes parecía más cálida, el
piso tenía un brillo satinado que nunca había notado, el aire mismo se había
vuelto más amable.
—Estuve esperándote, Alma. Te has
retrasado —dijo Lenny. —La vida es muy corta para ser puntual
hay pasiones que son incendios hasta
que las ahoga el destino de un zarpazo y aun así quedan brasas calientes listas
para arder apenas se les da oxígeno.
—Los alemanes no son una raza de
psicópatas, Alma. Son gente normal, como tú y como yo, pero cualquiera con
fanatismo, poder e impunidad puede transformarse en una bestia, como los SS en
Auschwitz
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