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domingo, 19 de abril de 2020

El amante japonés - Isabel Allende



Sinopsis:

La historia de amor entre la joven Alma Velasco y el jardinero japonés Ichimei conduce al lector por un recorrido a través de diversos escenarios que van desde la Polonia de la Segunda Guerra Mundial hasta el San Francisco de nuestros días.

«A los veintidós años, sospechando que tenían el tiempo contado, Ichimei y Alma se atragantaron de amor para consumirlo entero, pero mientras más intentaban agotarlo, más imprudente era el deseo, y quien diga que todo fuego se apaga solo tarde o temprano, se equivoca: hay pasiones que son incendios hasta que las ahoga el destino de un zarpazo y aun así quedan brasas calientes listas para arder apenas se les da oxígeno.»


Reseña:

En un mundo como el de Alma y Ichimei, donde la segunda guerra mundial está en boga, donde se habla de Hiroshima y Nagasaki, una relación interracial era imposible, tal vez por eso todo sucedió de esa manera.

Irina, es una joven extranjera que vive en California, específicamente en San Francisco, sobrevive a base de bañar perros y trabajar en un restaurante. Por ello, cuando la aceptan en Lark House, no puede creerlo. Trabajar con ancianos es una de las cosas que más le gustan, ya que le recuerda a sus abuelos que quedaron en Varsovia. Es una joven que no tiene mucho dinero, ni interés en él, por eso, cuando uno de los ancianos que cuida, le declara su amor, para después fallecer y heredarle todo, a ella no le importa firmar y renunciar a esa pequeña fortuna. Es por ello que Alma Belasco, una de las mujeres más importantes, le llama y la contrata.

A partir de este momento, la vida de Irina dará un vuelco de 90 grados, pues en la convivencia cotidiana se descubre siendo amiga de una mujer excepcionalmente interesante. Alma es una persona que, contra todo pronóstico, decide ir en contra de la corriente. A pesar de contar con un majestuoso caserón, renuncia a él y se va a vivir a esa casa de retiro de ancianos. La pregunta es ¿Por qué? ¿A que le huye?

Con el paso de los días, y muy secretamente, surge una historia de amor idílico, una historia que había quedado sepultada entre las cartas amarillentas que descansaban en algún lugar, a muy buen recaudo. La historia entre Ichimei Fukuda y Alma Belasco, ambos alejados de su lugar de origen, quienes se conocen en la infancia y se aman toda la vida, a pesar de los convencionalismos sociales, a pesar de ellos mismos. Sin embargo, pese al corazón, no pueden estar juntos porque Alma no tuvo el coraje de renunciar a su vida de lujos.

En lo personal, es una historia muy humana. Siempre lo he dicho, hasta hoy Isabel Allende no me ha decepcionado. Supo retratar tan bien la historia, que parece como si los personajes realmente hayan existido. Se toma su tiempo para presentarlos al lector, desde sus personalidades hasta lo que pasa por sus mentes. Una descripción magistral. Y bueno, después ellos mismos se van desarrollando y tomando forma por si solos. Una historia puramente de amor, que al terminar el libro te da la confianza para criticar a la protagonista, pero después de cierto tiempo, te preguntas ¿Quién no ha hecho tonterías por amor?  Y todo es perdonable.

No hablaré más al respecto porque creo que deben leerla ustedes mismos.



Frases:




¿Hay alguna cuestión que yo deba saber? —Soy adicta a videojuegos y novelas de fantasía. Ya sabe, Tolkien, Neil Gaiman, Philip Pullman.

Emily y su hijo no eran los únicos espíritus residentes.

—La gente mayor es la más divertida del mundo. Ha vivido mucho, dice lo que le da la gana y le importa un bledo la opinión ajena.

Había llegado a Lark House con su tercera esposa, quien alcanzó a vivir sólo tres semanas antes de morir atropellada en la calle por un ciclista distraído.

que la edad, por sí sola, no hace a nadie mejor ni más sabio, sólo acentúa lo que cada uno ha sido siempre.


Nunca había hecho publicidad, porque no había tenido necesidad de vender algo para ganarse la vida, pero su nombre se había convertido en garantía de exclusividad y excelencia.

Se propuso proporcionarle un barniz de cultura, llevarla a conciertos y museos, darle a leer libros para adultos en vez de esos novelones absurdos de mundos fantásticos y criaturas sobrenaturales que tanto le gustaban, y enseñarle modales,

Era el cuarto de una serie de gatos similares, todos con el mismo nombre, que habían acompañado a Alma en diversas etapas de la vida.

Según Hans Voigt, en la vejez conviene enamorarse; hace bien a la salud y contra la depresión.

Ella se colgó de esa mano como de un salvavidas y los intentos del chico por desprenderse fueron inútiles.

En los primeros meses de 1939 vertió la reserva casi completa de sus lágrimas y sólo volvió a llorar en muy raras ocasiones.

Aprendió a masticar sus penas sola y con dignidad, convencida de que a nadie le importan los problemas ajenos y que los dolores callados acaban por diluirse.

no quejarse nunca, no pedir nada, esforzarse por ser los primeros en todo y no confiar en nadie.

—Porque me sobra tiempo y por primera vez en mi vida nadie espera nada de mí. No tengo que demostrar nada, no ando corriendo, cada día es un regalo y lo aprovecho a fondo.

«Hay diferencia entre vejez y ancianidad. No es cosa de edad, sino de estado de salud física y mental —le explicó Cathy—. Los viejos pueden mantener su independencia, pero los ancianos necesitan asistencia y vigilancia hasta que llega un momento en que son como niños.»
«A cualquier edad es preciso un propósito en la vida. Es la mejor cura contra muchos males»,

Como decía su abuela, para qué perder municiones en buitres;

—Hay mucha gente buena, Irina, pero es discreta. Los malos, en cambio, hacen mucho ruido, por eso se notan más.

Todos coincidían en que bajo el comunismo la pobreza era la misma, pero había alimento y seguridad, mientras que la independencia sólo les había traído ruina y abandono.

Museo Nacional Japonés Americano.

A los ocho años se había enamorado de Ichimei con la intensidad de los amores de la infancia y de Nathaniel con el amor sereno de la vejez.

La conclusión de Alma fue que no le bastaría una sola vida para pagar el privilegio de ser la única sobreviviente de su familia.

Jean Valjean, como el protagonista de la novela de Víctor Hugo, que había leído durante su convalecencia.

Eso pasa con la edad: las historias del pasado cobran vida y se nos pegan en la piel.

Empezamos a envejecer en el momento de nacer, cambiamos día a día, la vida es un continuo fluir. Evolucionamos. Lo único diferente es que ahora estamos un poco más cerca de la muerte. ¿Y qué tiene eso de malo? El amor y la amistad no envejecen.

Todos tenemos demonios en los rincones oscuros del alma, pero si los sacamos a la luz, los demonios se achican, se debilitan, se callan y al fin nos dejan en paz.

Por el camino se nos ensucia la vida, pero podemos limpiarla. La felicidad no es exuberante ni bulliciosa, como el placer o la alegría. Es silenciosa, tranquila, suave, es un estado interno de satisfacción que empieza por amarse a sí mismo.

Antes de verla supo que estaba allí, el apartamento estaba habitado, la arena de las paredes parecía más cálida, el piso tenía un brillo satinado que nunca había notado, el aire mismo se había vuelto más amable.

—Estuve esperándote, Alma. Te has retrasado —dijo Lenny. —La vida es muy corta para ser puntual

hay pasiones que son incendios hasta que las ahoga el destino de un zarpazo y aun así quedan brasas calientes listas para arder apenas se les da oxígeno.

—Los alemanes no son una raza de psicópatas, Alma. Son gente normal, como tú y como yo, pero cualquiera con fanatismo, poder e impunidad puede transformarse en una bestia, como los SS en Auschwitz


 Puedes leerlo aquí


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