Sinopsis:
Hablar de la
muerte y de las pérdidas nos cuesta trabajo porque es difícil encontrar las
palabras adecuadas para expresar nuestros sentimientos. En este contexto, la
tanatóloga Gaby Pérez Islas nos ofrece una herramienta que nos ayuda a
enfrentar los duelos al mismo tiempo que nos comparte enseñanzas para
recuperarnos de las adversidades que la vida nos presenta. La inspiradora
historia de Karen, nuestra protagonista, nos permite conocer cómo una
experiencia traumática nos puede marcar para siempre pero también nos brinda la
oportunidad de salir fortalecidos y con más entereza.
Reseña:
No soy mucho
de libros sobre recuperación del alma. Es una pequeña historia (cuento) sobre
una niña que pierde al primer amor de su vida. Karen, desde pequeña puede ver
palabras grabadas en lo que le rodea, en una tienda de raya, por ejemplo, abajo
está la palabra “robo”. Otras personas tienen la palabra “miedo”, “añoranza”,
“te necesito”, en la frente.
Ella vive en la ciudad del presente, pero también existe el pasado y el futuro. En el pasado viven ancianos, y en el futuro viven jóvenes (todo parece ir siempre de prisa)
Conoce a Pablo y casualmente no tiene ninguna palabra, eso porque significa que ella puede escribir un futuro con él, como toda una adolescente, trata de encontrarse con el casualmente. Pasado un tiempo tienen una relación. Él se va a la universidad y ella pretende seguirlo, pero su padre tiene la idea que las mujeres no van a la universidad, se separan y cuando finalmente van a verse tiene un accidente y muere. A partir de ahí, Karen cambia completamente (hasta que pierde su don) todo lo anterior porque así vive su duelo. Nunca se casa, sus padres mueren y ella sigue añorando a su amor Pablo.
Este libro, es
un medio para sacar todo el dolor, para aprender de el en una etapa de duelo.
Se dice que, es bueno para leérselo a los niños, adolescentes y jóvenes. Es una
biblioterapia.
Sin embargo, y pese a lo anterior, le doy tres estrellas.
Léelo para conocer el final.
Frases:
La
tanatología ni es griega ni habla de la muerte, sino de la vida. De cómo vivir
nuestra vida de una manera más plena, cómo soltar los obstáculos que entorpecen
nuestro camino en lugar de ayudarnos a construirlo, cómo enfrentarnos al dolor
y a las pérdidas y cómo responder cuando de repente se nos viene el mundo
encima.
El
precio de esconder quién eres es muy alto; se paga con soledad, con
incomprensión y con muchos nudos en la garganta formados de palabras que se
ahogan por no poder salir.
El
título oficial de mágico: un lugar pintoresco que recibía dinero del gobierno
para que conservara sus calles y monumentos históricos.
Ayer era
un sitio atrasado en tecnología, con costumbres muy arraigadas y básicamente
poblado por personas mayores y jóvenes viejos de alma. No tenían ideales o
proyectos de vida.
El
mañana, por el contrario, era de una prisa vertiginosa. Había mucho tráfico y
ruido, poco contacto personal.
Los
vecinos no conocían el nombre de quien habitaba la casa de junto y todo era
entendido bajo una dinámica light: ligeros en la comida, en el vestido, en la
moral y en las relaciones.
Formaba
parte de aquel hermoso grupo de madres que se mantienen ocupadas y tienen una
vida sin dejar de tener como prioridad a quienes han traído al mundo.
No de
esas que están todo el día pegadas a sus hijos sin dar calidad de sí mismas,
sino que formaba parte de aquel hermoso grupo de madres que se mantienen
ocupadas y tienen una vida sin dejar de tener como prioridad a quienes han
traído al mundo.
En un
pueblo tan pequeño no puede faltar uno a misa, porque todos se dan cuenta.
En la
secundaria preguntaban el contenido y mensaje de la lectura de ese sermón
dominical, y si los alumnos no lo sabían, estaban en problemas.
Pablo y
karen no eran vecinos, por la diferencia de edad no acudían al mismo plantel
del colegio pero ambos tenían que ir obligatoriamente a “la justicia” por sus
productos básicos,
Es
increíble la determinación de las mujeres cuando quieren algo.
Cuando
en una familia te han enseñado que las mujeres deben estar en casa y cuidar a
sus padres o hermanos y no tener mayores aspiraciones profesionales, es muy
difícil aceptar que una hija, la más pequeña por cierto, quiera irse de casa y
hacer una licenciatura.
La vida
es como una mina, da muchas vueltas, tiene muchas vetas y lugares oscuros. A
veces uno cae, muy, muy profundo y queda sumido en una gran oscuridad
Algunos
adultos ya andan bajos de gasolina en ese viaje llamado romanticismo.
Es
curioso cómo los mejores momentos de nuestra vida no suelen estar relacionados
con los grandes eventos en que gastamos mucho dinero y en los que estuvieron
presentes muchas personas. Tienen más que ver con los pequeños momentos
extraordinarios dentro de un día ordinario.
Dios es
dios y no un empleado; nos escucha pero no nos obedece, porque la vida tiene un
plan que no siempre coincide con nuestros deseos.
El
destino teje sus redes para llevar al cabo sus planes y todos, absolutamente
todos, tenemos una especie de fecha de caducidad escrita en algún sitio no
legible.
Imposible
calcular el paso del tiempo porque el corazón sólo sabe vivir en el presente;
es la mente la que viaja al pasado trayendo depresión y se mueve hacia el
futuro generando una gran dosis de ansiedad.
Esa
tarde de mayo, ella perdió su don, lo perdió en silencio y a toda velocidad.
Cuánta
soberbia hay en nuestro pensamiento mágico. Creemos que nosotros pudimos haber
cambiado el rumbo de las cosas, enmendarle la plana al destino. Pero no es así:
son nuestras inmensas ganas de que aquello no hubiera ocurrido. Para vivir no
necesitas un borrador, pero sí un buen lápiz y manera de afilarle la punta
varias veces. En la vida de karen hubo mucha tristeza, lágrimas y el paso del
tiempo que, si he de ser honesta, no lo cura todo. Sólo se encarga de cerrar
una herida pero desinfectarla y sanar depende enteramente de nosotros. Varios
muchachos cortejaron a karen pero ella no prestaba atención a eso. Era una
chica muy
Extrañaba
tanto las letras en los rostros y figuras de las personas que tuvo que
encontrarlas en los libros, como lo haría cualquier otra persona.
Llorar
no hace daño pero la gente se pone nerviosa porque no sabe qué hacer con tus
lágrimas y por eso te piden que pares.
Querer a
alguien de verdad era otra cosa, debe convertirnos en una mejor versión de
nosotros mismos y no en un triste recuerdo de lo que éramos. Si has querido y
te han querido, eso debe ser suficiente para que busques vivir en paz y con
alegría y no un pretexto para destruirte, apagarte o marchitarte cuando el ser
amado ya no está a tu lado. Lo que te dio y lo que creciste al lado de esa
persona no requiere de su presencia física para seguir surtiendo un efecto
fortalecedor en ti.
Sonreír
al recordar a alguien es entender su misión en tu vida, resignificar y
reasignar su paso por tu existencia como el cruce de dos caminos. Sonreír es
ser agradecido ante el regalo de la vida que, dicho sea de paso, nunca nos
prometió que nuestros seres amados estarían siempre con nosotros.
Aceptar
algo no significa que te haya gustado lo que pasó, ni que pienses que es lo
mejor que pudo haber ocurrido o inclusive que haya sido justo. Aceptar es
entender la vida tal y como es, reconectar con una mirada de paz, esperanza y
gozo por un mañana.
No se
cierra un ciclo hasta que se ha perdonado y ofrecido una disculpa por todo lo
que consciente o inconscientemente uno ha hecho y ha impedido aceptar la vida
tal cual es.
Biblioterapia,
disciplina que toma a los libros como recursos terapéuticos.
Puedes leerlo aquí
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