Sinopsis:
Lan mitad de
la Revolución, una aristócrata hacendada termina al lado de las soldaderas de
Villa. En ese submundo donde mujeres y hombres se desplazaban de un lugar a
otro en deplorables condiciones, esta “catrina” se convierte en la cirujana de
la bola. La Tiznada, heredará La piedad, propiedad que llegó a tener cinco
millones de hectáreas antes de la anexión de Texas a Estados Unidos. En ésta
encuentra su razón para vivir en el olor a muerte de la guerra.
Reseña:
Ese libro llegó a mis manos después de buscar obras de Rosario Castellanos. Al principio pensé que la Tiznada, una mujer
terrateniente de la época de la revolución, era una mujer joven, pero conforme
se desarrolla el libro descubres que no es así. Pese a ello, es una mujer con
mucha fuerza para su edad, demasiados conocimientos para ser verdad, ya que en
esa época las mujeres no tenían acceso a los estudios. Una mujer que ha experimentado
mucho con el cuerpo humano, incluso con el suyo propio. Demasiado libre, para
la sociedad, dudo mucho que, realmente existiera alguien así. Además de todo,
muy docta en numerosos temas, muy leída, muy adelantada a su época. Se
habla el tema del aborto de forma muy actual, muy poco creíble dado que estamos
hablando de 1800. La tiznada estuvo también en el movimiento femenino del voto
para la mujer, en Inglaterra.
Siento que la autora se fue muy lejos con este tema. Pero se
ve que ella misma sabe mucho, tiene cultura. Excelentes frases y diálogos.
Frases:
Aquel
corazón que México toque, no hallará la paz en ningún lugar. -Malcolm Lowry
Me
costaba trabajo avanzar. Sentía en los hombros la carga de la muerte que me
acechaba, los pies inseguros; los brazos inermes, el cuello rígido.
Estamos
en marzo de 1913, en el norte de México, pero esta historia comenzó en 1847,
que fue el año en que nací, y el cansancio por el momento empezaba a tomarme
por su cuenta.
En
perfecto y permanente ayuno, me hidrataba sólo con mis orines.
–¡Estarás
pendeja! ¡Sácate! Yo no bebo esas porquerías.
Al
fin y al cabo no hay verdades, hay versiones. La verdad es sólo la última
versión de un relato.
–Acuérdate,
Tiznada, la fortaleza es la que hace las cosas más suavemente.
Las
tinieblas son lo más cercano al desvanecimiento del último soplo de vida.
los
viejos tenemos la necesidad de alzarnos para no morir asfixiados en el vacío.
la guerra es la solución a un problema mal presentado y mal
defendido, que no sólo distorsiona la realidad, sino que favorece la expansión
de la violencia.
¿A cuánta gente hay que matar para que el mundo sea más
seguro?
¿Cuántas libertades hay que restringir para ser más libres?
Eran los derrotados de una causa invencible, luchaban por su
derecho a la libertad, que no tiene fecha de caducidad.
No ostento el título de cirujana, aunque sí de partera, que
era el único al que podía aspirar una mujer, le aclaré.
No es el sueño el que nos avisa, es más bien un estado de
ánimo repentino que nos señala lo que es verdadero y auténtico, nuestra tarea,
nuestro destino.
“En un principio ensayaba con mis muñecas de cabeza de
porcelana. Les hacía incisiones y las retacaba de lagartijas a las que les
había cortado la cola, la lengua y las patas, y luego las suturaba. Con los
estertores, se les avivaba la expresión ridícula y aburrida de muñecas cursis.
Tanto qué esconder y tan poco de qué ufanarme.
Mi vida sólo compitió con los libros, tal vez por eso pude
soportar la realidad.
“Quien vive sin locura, no tiene otra sabiduría”, decía La
Rochefoucauld,
“El día que un maestro gane más que un general, México se
salva”.
la fe es un mal, porque no requiere justificación y no tolera
argumentos.
los seres humanos nos inventamos dioses porque no somos
capaces de mirar la realidad cara a cara.
Lo único seguro es la muerte. La sangre vale menos que el
agua o el dinero.
“Sin patria, ni libertad, no podemos alcanzar la felicidad”.
Esta inscripción en la carne es la escritura de mi historia,
un párrafo de mi vida, mi seña distintiva. Son los senderos de un pasaje, de
muchas transformaciones.
Vivir es ser otro. No es posible ni siquiera sentir si hoy se
siente como ayer. Sentir hoy lo mismo que ayer no es sentir, es recordar hoy lo
que ayer se sintió, ser hoy el cadáver vivo de lo que ayer fue vida perdida.
Arrastraba conmigo las heridas de todas las batallas que
evité.
No me asusta la muerte, pero sí la discapacidad mental: las
transiciones de la vida vistas cómo periodos de caos.
El feminismo nunca mató a nadie... El machismo mata todos los
días.
El cristianismo es un fanatismo criminal disfrazado de
religión.
“No discutir es igual que razonar. No gritar es igual que
aconsejar”.
Ya tenía aprendido que la humildad es una tristeza nacida de
la consideración que tenemos de nuestra propia impotencia.
quien nunca tuvo heridas se ríe de las cicatrices.
El deseo no tiene moral. Seducir no es corromper, es permitir
que el otro caiga.
Creo que es una verdad el decir que cuando el diablo no tiene
nada qué hacer mata moscas con la cola.
doña Manuela Ramos y doña Josefa Quintana,
“Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados
Unidos”.
llamado Celso, escribió la siguiente obra: Discurso
Discurso verdadero contra los cristianos,
El pensamiento de una mujer parte ante todo de su nostalgia.
Yo pongo la vela y la diosa Fortuna llega y sopla.
“Una mujer puede vivir como una prisionera, una princesa o
puede ser ella misma”.
Partía de la propia experiencia al constatar que la vejez es
honorable, si se defiende a sí misma, al retener sus derechos manteniendo su
independencia y gobernando sus propios designios hasta el último momento.
En México, el tiempo es el mejor aliado de la injusticia.
Si alguien sufre de un ataque de fe, se llama locura. Pero
cuando muchas personas lo padecen se llama religión.
Como el reino del cielo el reino de la salud ha de ser tomado
por asalto
Los deseos del ser humano son su paraíso.
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