Sinopsis:
El artista gráfico Odyr es el coautor de esta maravillosa
adaptación en la que se recoge el texto original de Orwell, vertido en unas
ilustraciones que no solo acompañan, sino que ofrecen una nueva lectura de este
clásico insoslayable de nuestro tiempo.
Reseña:
En esta historia, los roles de poder tienen una resonancia significativa. En un
rancho de Inglaterra, los animales aprovechan que su amo está durmiendo para
tener una reunión, en dicha reunión “el comandante”, un cerdo que a todas luces
es inteligente, decide compartir un sueño con sus compañeros: Se observó en un
futuro donde los animales eran libres de la explotación del hombre. Así que,
con un buen discurso, siembra una semilla que más adelante rendirá frutos.
Un buen día los animales deciden tomar el control de la granja. Y es así como
los cerdos, de ser un animal común destinado a la muerte, se convierten en
explotadores de sus semejantes. Con condiciones peores que las que tenían al
principio los pobres animales trabajan por menos comida y muerte a su
alrededor.
Me ha fascinado cómo el autor relaciona esta historia con la situación política
que se vivía en su tiempo. Lenin, Trotsky, Hitler, la prensa, todos se ven
pintados perfectamente en los personajes que se desenvuelven de acuerdo a sus
similares humanos.
Frases:
Quitemos al
hombre de la escena y la causa fundamental del hambre y del exceso de trabajo
desaparecerá para siempre.
—La valentía no
basta —dijo Chillón—. La lealtad y la obediencia son más importantes.
«Napoleón
siempre tiene razón», que añadió a su lema personal: «Trabajaré más duro».
Fue en esa época
cuando los cerdos se mudaron de repente a la casa de la granja y se
establecieron allí.
En «Bestias de
Inglaterra» expresamos nuestro anhelo de una sociedad mejor en los días
venideros. Y esa sociedad está consolidada. Es evidente que ya no hace falta la
canción.
Hasta Napoleón,
que dirigía las operaciones desde la retaguardia, tenía la punta de la cola
rasguñada por un perdigón.
La verdadera
felicidad, decía, radica en trabajar duro y vivir frugalmente.
Parecía, de
alguna manera, que la finca se había enriquecido sin hacer más ricos a los
propios animales... excepto, claro está, a los cerdos y a los perros.
La revolución
como única vía de liberación y justicia colectiva. El fracaso de la rebelión de
los animales. La nueva estratificación social. La manipulación del lenguaje
como instrumento de abuso de poder.
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