Sinopsis:
Isabel Allende parte de la célebre cita de
Albert Camus -"en medio del invierno aprendí por fin que había en mí un
verano invencible"- para urdir una trama que presenta la geografía humana
de unos personajes propios de la América de hoy que se hallan "en el más
profundo invierno de sus vidas": una chilena, una joven guatemalteca
indocumentada y un maduro norteamericano. Los tres sobreviven a un terrible
temporal de nieve que cae en pleno invierno sobre Nueva York y acaban aprendiendo
que más allá del invierno hay sitio para el amor inesperado y para el verano
invencible que siempre ofrece la vida cuando menos se espera.
Más allá del invierno es una de las historias más personales de Isabel Allende: una obra absolutamente actual que aborda la realidad de la emigración y la identidad de la América de hoy a través de unos personajes que encuentran la esperanza en el amor y en las segundas oportunidades.
Más allá del invierno es una de las historias más personales de Isabel Allende: una obra absolutamente actual que aborda la realidad de la emigración y la identidad de la América de hoy a través de unos personajes que encuentran la esperanza en el amor y en las segundas oportunidades.
Reseña:
«Lo tuyo, niña, no es una enfermedad del cuerpo, sino del
alma. Puede que se cure sola, puede que sane por un tiempo y después te vuelva,
porque es un mal muy testarudo, y puede que no se cure nunca»
MAGISTRAL,
como todas las obras que he leído de Isabel Allende. Hay espacio para todo:
misterio, amor, historia, política, realismo mágico, y lo que está muy de moda:
los inmigrantes.
Aunque al principio me pareció un poco lento (de hecho, estuve a punto de renunciar a esta lectura), decidí darle una oportunidad y continuar. Es un libro completamente distinto a lo que ella ha escrito, ya que los protagonistas se ven envueltos en la loca y a todas luces pésima idea de ocultar un cadáver, y no porque se trate de asesinos, la muerta les cae de pronto, con un golpe en el auto a mitad de la nieve.
Richard, quien es un gruñón en los sesentas, vive dentro de sus comodidades de cascarrabias, acompañado de sus tres gatos, a quienes únicamente conserva para acabar con las ratas que viven en su edificio.
Lucía Maraz, es una mujer fuerte, chilena, decidida, con una personalidad
alegre y valiente. Es inquilina de Richard, pero mantiene sentimientos hacia su
arrendador. Vive en el sótano, donde hace un frío terrible.
Evelyn es una jovencita pequeña,
guatemalteca, con problemas de comunicación, dotada de un enorme corazón y
entendimiento a pesar de su tartamudeo. Trabaja como niñera y prácticamente como
enfermera, por un pago mínimo debido a que es indocumentada.
Un pequeño accidente de auto
hace que estas tres líneas de vida se crucen, y a medida que pasa el tiempo, se
desmenuzan poco a poco las historias de Evelyn,
Lucía y Richard, el trío que ha sido pueda fundamentar para construir tan
grandiosa obra. Cada una de estas vidas se escribe sobre la tragedia y va a
terminar a un final feliz normal.
La experiencia le había inculcado mucha cautela con el
alcohol, se empezaba mojando los labios y se terminaba de cabeza en la
adicción.
«A mí nunca me amaron así, Richard, el amor siempre se me ha
dado a medias
Recomendado.
Frases:
Lo más temible de la muerte era la idea de la eternidad.
Muerto para siempre, qué horror.
Las mentiras de su marido sembraron en ella una desconfianza
inextinguible por el género masculino en su totalidad.
El martes 11 de septiembre de 1973 los militares se
sublevaron contra el gobierno.
sólo le faltaba un seguro contra los peores recuerdos, que lo
asaltaban cuando salía de sus rutinas y lo perturbaba el desorden.
Sus padres, ocupados en sus respectivos trabajos, lo amaban
sin sofocarlo y lo trataban con la negligencia habitual de esa época, antes de
que los niños se convirtieran en proyectos.
«Al necesitado no se le pregunta quién es ni de dónde viene,
Richard. Todos somos iguales en la desgracia»,
La ausencia de su amigo era como una pequeña muerte, había
dejado un vacío en el espacio y el tiempo de su existencia;
«Qué sacas con pensar en el futuro, las cosas siguen su curso
y tú no tienes control de nada, relájate, hermano», era el consejo cien veces
repetido de su amigo. Lo acusaba de vivir en perpetua conversación consigo
mismo, mascullando, recordando, arrepintiéndose, planeando. Decía que sólo los
humanos andaban centrados en sí mismos, esclavos de su ego, observándose, a la
defensiva aunque ningún peligro los amenazara.
todo formaba parte de una novela ajena cuyas páginas habían
sido escritas por otros.
La experiencia le había inculcado mucha cautela con el
alcohol, se empezaba mojando los labios y se terminaba de cabeza en la
adicción.
Se sabía forastera en su tierra, estaba desconectada de la
red de relaciones sociales sin la cual casi nada era posible, perdida en los
vestigios de un pasado que no se ajustaba al Chile apresurado del presente.
se lo diría. ¿Qué podía ofrecerle? Llevaba un tremendo bagaje
encima; a su edad todo el mundo tenía bagaje, pero el suyo pesaba como granito.
«Bendita seas, Evelyn Ortega —pensó—, gracias a ti sucedió
este milagro. Milagro, no hay otra definición para esto que siento.»
con la creencia de que ningún mal resiste el remedio del
trabajo y el consuelo de la comida.
Eran dos seres errantes en el mismo espacio, tan distantes
que se llevaban bien, porque para pelear se requiere proximidad.
«No hagas un inventario de lo que te falta, mamá, sino de lo
que tienes»,
el extraño poder curativo de las palabras, de compartir el
dolor y comprobar que otros también tienen su cuota; las vidas se parecen y los
sentimientos son idénticos.
Puede que haya dolor en eso, pero cualquier cosa es mejor que
estar anestesiado.
No es la fuerza de la gravedad la que mantiene el universo en
equilibrio, sino la fuerza adhesiva del amor.
la vida se manifiesta siempre, pero se manifiesta mejor si la
recibimos sin resistencia.
—En medio del invierno aprendí por fin que había en mí un
verano invencible.
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