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lunes, 13 de julio de 2020

Demian - Hermann Hesse




Sinopsis:

«En la historia del siglo xx es complicado encontrar autores más influyentes que Hermann Hesse. Sus libros han actuado como estímulo espiritual para diversas oleadas de jóvenes hartos de estar sujetos a unos patrones de vida demasiado estrechos.

El legado de Hesse es una extensa, profunda y riquísima obra, en la que se aborda, con el bisturí de la heterodoxia y el inconformismo, una infinidad de aspectos cruciales en la vida de los seres humanos: la educación, la cultura, la religión, la soledad, la libertad, el amor, la ideología…

La lectura de su obra, profundamente espiritual, es hoy una buena terapia contra la desesperación y el miedo.

 Reseña:

«El pájaro rompe el cascarón. El cascarón es el mundo. Quien quiera nacer, tiene que destruir un mundo. El pájaro vuela hacia Dios. El dios se llama Abraxas.»

Se trata de una obra filosófica, se desarrolla en torno al crecimiento de Sinclair quien es el protagonista, aunque su nombre no figura desde el principio, sino el de Demian, su amigo. Es un niño que crece en el ceno de una familia acomodada, crece tranquilamente tras las puertas de su hogar, al que considera ampliamente seguro. Quiso el destino que se topara con un joven con malas maneras, y fruto de ese encuentro Sinclair se ve envuelto en una bruma de infelicidad e incertidumbre, es ahí donde interviene Demian, quien es un joven asexual, a quien es difícil atribuirle una edad.

Todo gira en torno a la historia de Caín y Abel, y los personajes cuestionando esa historia de ficción que a todos nos parece tan trivial, llevan al lector a repensar lo que se nos ha contado por milenios. La marca es una constitución que parecen llevar tanto Demian como Sinclair, lo que lleva a pensar que se trata de aquellas personas que lo cuestionan todo, que no están conformes con lo que dicta la sociedad. Aunque, bien pudiera tratarse realmente de algún lunar o algo.

La relación que forjan ambos muchachos decae cuando se separan por cuestiones del desarrollo profesional, aunque no se sabe si van a escuelas diferentes, en estados diferentes. Pero, luego de varios sin sabores propios de la alocada vida de adolescente, esa que nos lleva a la experiencia por medio del error (por parte de Sinclair), se reencuentran y es ahí donde aparece Eva, una figura que ha acompañado al protagonista desde sus épocas más alocadas. La dicotomía entre lo malo y lo bueno se ve forzada a morir, pues ambos jóvenes afirman que no hay tal división sino mas bien forman parte de un todo.

Este libro, vale la pena leerse en toda la extensión de sus páginas, de forma alerta, ya que en cada una de ellas se contiene un tesoro difícil de encontrar.


Frases:


Pero cada uno de los hombres no es tan sólo él mismo; es también el punto único, particularísimo, importante siempre y singular, en el que se cruzan los fenómenos del mundo, sólo una vez de aquel modo y nunca más.

No soy un hombre que sabe. He sido un hombre que busca y lo soy aún, pero no busco ya en las estrellas ni en los libros: comienzo a escuchar las enseñanzas que mi sangre murmura en mí.

Podemos comprendernos unos a otros, pero sólo a sí mismo puede interpretarse cada uno.

Descubrí el gusto de la muerte; y la muerte sabe amarga porque es nacimiento, porque es miedo e incertidumbre ante una aterradora renovación.

La gratitud es una virtud en la que no tengo ninguna fe, y pedírsela a un niño me parece un error;

nada hay más molesto para el hombre que seguir el camino que le conduce a sí mismo.

El que es demasiado cómodo para pensar por su cuenta y erigirse en su propio juez, se somete a las prohibiciones, tal como las encuentra.

«El pájaro rompe el cascarón. El cascarón es el mundo. Quien quiera nacer, tiene que destruir un mundo. El pájaro vuela hacia Dios. El dios se llama Abraxas.»

ya era un hombre hecho y derecho y, sin embargo, estaba completamente desorientado.

Cuando alguien necesita algo con mucha urgencia y lo encuentra, no es la casualidad la que se lo proporciona, sino él mismo. El propio deseo y la propia necesidad conducen a ello.

Cuando odiamos a un hombre, odiamos en su imagen algo que se encuentra en nosotros mismos. Lo que no está dentro de nosotros mismos no nos inquieta.

No existía ningún deber, ninguno, para un hombre consciente, excepto el de buscarse a sí mismo, afirmarse en su interior, tantear un camino hacia adelante sin preocuparse de la meta a que pudiera conducir.

El que no tiene ningún deseo excepto su destino, ése no tiene ya semejantes, está solo en medio del universo frío que le rodea.

Sólo se tiene miedo cuando se está en disensión consigo mismo.

Había amado y, a través del amor, se había encontrado a sí mismo. La mayoría ama para perderse.

Muchos tenían, no sólo durante el ataque sino siempre, esa mirada firme, lejana y un poco obsesionada que nada sabe de metas y que significa la entrega total a lo monstruoso.



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