Sinopsis:
La primera
Antología de Escritoras Mexicanas compila las veinticinco narraciones ganadoras
del Primer Certamen Nacional de Cuento organizado por la plataforma digital
Escritoras.mx, proyecto independiente dedicado a proporcionar visibilidad a la
inabarcable acción literaria producida por las autoras de nuestro país, tanto
en el presente como a lo largo de la historia de nuestras letras. Los textos
aquí reunidos dan cuenta del poder creativo, la singularidad y los muy diversos
imaginarios de un conjunto de escritoras de distintas generaciones, estilos e
intenciones estéticas. Con este volumen se contribuye a dar un primer y
fundamental paso para difundir, así sea con breves ejemplos, la obra de
creadoras emergentes en México que merecen ser leídas sin reparos.
Reseña:
¿Cómo le digo que cuando un papá o una mamá
llora es como si tú fueras una casa o un cuarto y te apagaran la luz?
Bello libro para
leerse en un día. Me parece una bonita acción lo que este colectivo está
logrando. Como ha sido un libro escrito por mujeres que, ya están levantado
sus voces, unidas, en esta nueva sociedad, tiene contenido feminista. Habla de
los valores de la mujer, de sus anhelos, sus sueños truncados, sus despedidas.
Es un compendio de historias que han quedado rezagadas en este mundo inconsistente,
tan doble moral.
Es tiempo de que las escritoras resurjan de sus lugares de trabajo, la cotidianidad de sus días y entornos, que expresen todo aquello que antes les fue vedado.
Una antología de cuentos que mantiene entrelazadas mentes con diversas ideas, mundos que han crecido dentro de cada una de estas mujeres.
Frases:
me llama la atención que en la quinta parte del
siglo XXI las escritoras aún necesitemos hacernos visibles a través de un
vehículo de cohesión y de invitación pública como es el libro.
Carmen Martín Gaite en su lúcido ensayo sobre
mujeres y escritura, Desde la ventana,
Inés Arredondo, Amparo Dávila, Guadalupe
Dueñas, Elena Garro, Rosario Castellanos publicaron en la década de los
cincuenta.
Lo abandonado se abre paso siempre para
encontrarlo a uno,
¿Cómo le digo que cuando un papá o una mamá
llora es como si tú fueras una casa o un cuarto y te apagaran la luz?
Sabía que el tiempo se acababa y las espigas de
su delantal se lo recordaban a menudo.
“Pero no se crea que me quedo así nomás”, dijo,
llevándose la otra mano al vientre para acariciar las espigas ahora henchidas y
fértiles.
Como La mujer rota de Simone de Beauvoir, abrí
sin miedo la puerta de mi futuro, hasta que me di cuenta de que estar soltera
de nuevo, con cuarenta y ocho años, no era nada fácil.
resuelven con aplicaciones lo que mi generación
hacía usando intuición, buen gusto e imaginación.
El tiempo de mi generación se mide en números
romanos porque son enteros; no tienen fracciones.
La vida en el campo es sufrida y no te deja
tiempo para ternuras.
Puedes leerlo aquí
Sinopsis:
Esta Segunda
Antología de Escritoras Mexicanas compila las veinticinco narraciones ganadoras
del Segundo Certamen Nacional de Cuento organizado por la plataforma digital
Escritoras.mx, proyecto independiente dedicado a proporcionar visibilidad a la
inabarcable acción literaria producida por las autoras de nuestro país, tanto
en el presente como a lo largo de la historia de nuestras letras. Los textos
aquí reunidos dan cuenta del poder creativo, la singularidad y los muy diversos
imaginarios de un conjunto de escritoras de distintas generaciones, estilos e
intenciones estéticas. Con este volumen se contribuye a dar un primer y
fundamental paso para difundir, así sea con breves ejemplos, la obra de
creadoras emergentes en México que merecen ser leídas sin reparos.
Reseña:
Esta antología
me ha encantado, de hecho, me gusta un poco más que la primera.
Aquí las escritoras, hacen gala de su talento, mezclándolo con situaciones que bien pudieron suceder. Al leerlo, se escuchan voces, voces que se alzan, cansadas de la violencia, de las injusticias, de su situación por ser mujeres.
Aquí las escritoras, hacen gala de su talento, mezclándolo con situaciones que bien pudieron suceder. Al leerlo, se escuchan voces, voces que se alzan, cansadas de la violencia, de las injusticias, de su situación por ser mujeres.
Estas escritoras saben que una de las mejores formas de denuncia es por medio de la pluma. Algunas escriben sobre su infancia, otras sobre su futuro. Las historias se entrelazan: aquí aparece una joven, peleando con su conciencia; allá aparece una niña, a la que matan junto a su bebé. Que nadie diga que esto es inverosímil, porque en mi México, que tanto me duele, suceden cosas aún peores.
Historias sobre mujeres que se defienden, que luchan contra el golpeador, en defensa de sí mismas. Historias sobre mujeres que no nacieron para la maternidad, y, sin embargo, ahí están, intentando... porque la sociedad dijo que, si no sirves para ser mamá, no sirves para nada.
Frases:
Su valía literaria no se cuestiona por el sexo
biológico de sus autores ni por su perspectiva de género. Son parte del
imaginario colectivo de la creación artística.
Nuestra abuela nació en tenejapa, donde se
enterraba a los difuntos en su terreno para que el alma estuviera contenta. Si
el fallecido se sepultaba en el patio, se le construía una tumba y se le ponía
teja para que no se mojara o tuviera frío.
La abuela se desangró y, siguiendo sus
costumbres, fue enterrada en la sala de la casa.
Enterramos verdades y las cimentamos como hacen
las familias.
Esta es la voz que tuve que arrancar de cuajo
antes de que me expulsaras para siempre y me obligaras a vivir en este mundo de
padres que no te soportan, porque no era justo que me sacaran al frío y me
pusieran en tus brazos azules,
Ningún remedio hay para contrariar al destino.
Ya estoy resignada.
Nombre porque dejé de escribir. La realidad
tiene muchas capas, no sé en cuál se encontrará mi pluma, pero siento que he
cruzado los límites de toda lógica.
Hay batallas que nacen muertas.
Fue entonces que se te cayeron tres o cuatro
impedimentos que sólo tú conocías y que de vista se apreciaban viejos.
Los duendes comenzaron a danzar en su cabeza
cuando llegó a los setenta noviembres.
Me dolía lo que hacía, pero yo sentía que
actuaba impulsado por el amor. No quería compartirme con nadie y quería hacer
de mí una buena mujer.
–no, querida conciencia. Podemos mirarnos de
frente y platicar sin remordimientos. Así que ahora soy yo quien te pregunta:
¿qué vamos a hacer con el cadáver?
Los diablos andan sueltos por este rancho.
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