Sinopsis:
¿En 1908,
el capitán mexicano Ramón Arnaud y su esposa adolescente parten hacia un
pequeño atolón en el Pacífico, conocido por los exploradores españoles como la
Isla de la Pasión? Acompañado de once soldados y sus familias, el capitán tiene
órdenes de defender la isla ante la improbable invasión francesa. Con su
peligroso arrecife de coral y una laguna estancada, la isla es amenazadora e
inhóspita y sus nuevos habitantes deben luchar para sobrevivir. Logran crear
una comunidad viable, pero entre la agitación política en su país y los
comienzos de la primera Guerra Mundial, se ven olvidados en medio del Pacífico.
Abandonados a la intemperie, uno a
uno va cayendo víctimas del escorbuto, el hambre, la desesperación, la
rivalidad, la lujuria y la irremediable violencia. Alicia, una mujer resuelta e
ingeniosa termina convirtiéndose en el punto de apoyo para los demás, cuya
supervivencia dependerá en su valentía y astucia.
Reseña:
Una historia bella y triste, de
adversidades y esperanza, de dolor y temor. Lo que me ha llamado más la
atención es que es real, todo esto, palabras más o palabras menos, sucedió.
Había querido leer este libro desde la primera vez que lo vi, allá por 2016 cuando estudiaba la universidad y el tema de la isla de la pasión salió en clase, el litigio por la isla entre México y Francia. En medio de tan interesante investigación lo encontré perdido por internet, el sólo título y nombre de la autora, pero no pude leerlo hasta hoy.
La escritora es única, moldea una mezcla entre lo que fue recopilando con entrevistas y lecturas (trama que sabe desarrollar muy bien), después añade sus propias experiencias al obtener la información, la tez de la nieta de los Arnaud, la aventura para encontrar a los descendientes de Schultz y bueno, añade apropiadamente algunos apartados biográficos de los personajes.
El destino de la familia Arnaud es triste, sinceramente espero que el gobierno mexicano haya hecho algo por ellos, vivieron lo que mucha gente no podría, alejados de la civilización, convivieron con él hambre y el escorbuto, la falta de insumos, de comida, de médicos, de su familia... Estando allá muchos familiares fallecieron sin posibilidad de despedirse, aunado a las personas que fenecieron y que ahí están enterrados.
Pienso que, Porfirio Díaz estaba
buscando alguien que le cumpliera ese capricho, y vio en el pobre Ramón Arnaud,
una pieza en su ajedrez para hacerlo. Envió a todas esas familias a sufrir a
esa isla, los condenó a la muerte y seguramente, su caso quedo sepultado en alguna
pila de papeles, en el mejor de los escenarios.
Me da tanta tristeza que el
gobernador de Clipperton se haya visto cegado por su orgullo y haya permitido
que terminaran de esa manera. La familia Arnaud, y todos los descendientes de
loa que vivieron esa pesadilla, todos ellos son unos supervivientes que como ya
dije, merecen reconocimiento por parte del gobierno, pues se perdieron vidas y
aunque eso es irremplazable, merecen una reparación del daño.
Me da gusto que la autora haya hecho
este libro y gracias a ella, muchos sepan lo qué pasó. Pese a que se
encontró con cierto recelo por parte de quienes tenían la información de
primera mano, no se inmutó y continuó con su tarea auto impuesta.
A continuación, una sección nueva,
que me pareció apropiada al libro:
Frases:
Se sabe que es tan pequeña que se
puede recorrer íntegra en una sola mañana, saliendo a buen paso a las siete y
volviendo al punto de partida antes del mediodía.
Isla de la Pasión, le puso a ese
atolón del Pacífico Fernando de Magallanes, viejo navegante que de tanto
recorrer tierras desconocidas aprendió a comprenderlas con sólo mirarlas.
La Pensión Loyo está en Orizaba en la
calle Sur 11 número 124.
Después de que pasó el huracán que
barrió con todo, llevándose hasta los platos, los cubiertos y los manteles, los
modales que él nos había enseñado se nos olvidaron.
Ramón Nonato Arnaud Vignon
Orizaba, con su kiosko francés en
medio de la plaza, con su estación de trenes estilo art-nouveau, con su palacio
municipal de hierro diseñado por el mismísimo Eiffel, el de la torre, y traído
de París, en partes desarmables, hasta el último tornillo.
—Y si no se escribe nada, por lo
menos ya me subieron el sueldo.
Las doce en punto
corría desbocada la diligencia tirada por caballos en que la muerte se llevaba
a la Monja Alférez, una desdichada religiosa que recibía castigo cada 24 horas
por los pecados inconfesables que cometió en vida.
Su nombre originario fue Isla de la
Pasión, y quien la bautizó así supo bien por qué lo hacía. Quien se mete con
ella sufre. Detrás de ella hay un mar de dolor.
La laguna, desbordada, despedía un
olor más putrefacto que la pata de Santa Ana,
Dicen que Madero obedece al pie de la
letra lo que quiera mandar el difuntito. ¿Y qué cree que le ordena?
Si tú vieras, la gente parece otra.
Como si a todos los hubiera orinado el diablo.
Fotografías:
Alicia Arnaud
Libros por leer:
Clipperton del General Francisco L.
Urquizo.
La señora María Teresa Arnaud de
Guzmán, libro de memorias familiares, La tragedia de Clipperton, escrito en
México en 1982.
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