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martes, 31 de marzo de 2020

Soñar con la superficie - Louise O' Neill



Sinopsis:

¿Crees que conoces la historia de La sirenita? Tal vez deberías pensarlo mejor...
En el fondo del mar, a cierta distancia de la fría costa irlandesa, vive Gaia, una joven sirena que sueña con liberarse de un padre autoritario. La primera vez que sube a la superficie
se siente atraída por un chico humano y anhela unirse a su mundo sin preocupaciones, pero ¿cuánto tendrá que sacrificar?

¿Qué deberá hacer la sirenita para encontrar su voz?

Un libro con trasfondos profundamente sombríos, lleno de rabia y gritos de arenga: una narración extraordinaria.

Una nueva visión del cuento de hadas de Hans Christian Andersen a través de una incisiva mirada feminista, dotada de un estilo deslumbrante y agudo y de la habilidad para construir mundos que le han conseguido a la autora legiones de leales admiradores

Reseña:

Una historia adaptada a la realidad de la mujer. Supeditada a lo que diga el padre, el esposo. Las sirenas solo deben ser bellas, no tienen voz, deben ser esbeltas. Y no existe ninguna que quiera rebelarse contra ese sistema, o que se haya revelado, al menos eso es lo que dice el rey, y lo que él dice es ley incuestionable.

Gaia, es hija del rey y desea con todas sus fuerzas conocer el exterior. Sabe que los humanos son malos porque mataron a su madre, y por ello, tiene prohibido hacerlo, hasta los 15 años... Un día después de su cumpleaños sube a la superficie y se enamora de Oliver, el resto, es más o menos lo mismo, sin embargo, algunas cosas si han cambiado.

El padre de la sirena es un tirano, machista y homófobo, un anciano que se casó con una jovencita a quien estuvo acosando desde los doce años, no es de extrañarse que la madre de Gaia haya huido al mundo de los humanos, aunque, claro, eso es lo que dice el padre.
Gaia deja todo para ir a ver a Ceto (La chica mala Ceto, es una mujer gorda que va en contra de todos los estereotipos del reino, tiene demasiada importancia en la vida del rey) y pedirle que le cambie su cola por un par de piernas, es así que se despoja de lo más preciado que tiene: su voz.

Pasan los días y descubre que realmente no conoce bien a Oliver y ya no sabe si su sacrificio haya valido la pena.

Leerlo vale la pena, doy cuatro estrellas porque a veces si es un poco exagerado el monólogo de la protagonista al final.

Frases:


Nunca me han permitido hablar mucho. A mi Padre no le gustan las chicas curiosas, así que me mordí la lengua y esperé.

Las rusalcas cantan tan bien…

Soy el diamante en la corona de mi Padre, y está decidido a usarme como tal.

A una mujer no le conviene hacer demasiadas preguntas.

Las rusalcas son peligrosas. No son como nosotros.

La versión de nuestra abuela era más compasiva. «Las rusalcas son desdichadas —nos decía—. Les han hecho daño, y por eso atacan. Sed amables».

Las rusalcas llevan en estos mares tanto tiempo como los sirenos, pero ellas no están hechas de sal. En otro tiempo fueron humanas, pero pecaron. Las castigaron, como se debe hacer con las mujeres inmorales, y murieron llorando, con sollozos atrapados en la garganta, y les arrancaron la vida del pecho.

—En ese caso, tenemos suerte de contar con Zale —contesto—. Lo que más le gusta es controlar a las mujeres.

Me irrita oír hablar así de mi madre, pero me contengo. «La ira no resulta atractiva en las mujeres», asegura mi Padre.

Todavía recuerdo la noche del baile, cuando fue evidente que pronto se convertiría en la más bella de vuestras hijas. Supe entonces que debía ser solo mía. Yo también me acuerdo de esa noche. Acababa de cumplir doce años.

«Nadie sale victorioso en una guerra».

Este año han nacido más niñas que nunca. Siento el impulso de advertirles que tengan cuidado. De aconsejarles que se alejen nadando al alba.

—Muirgen, he dicho que ya basta. El Rey del Mar nos contó lo que ocurrió. Su palabra es la ley.

Que una mujer desee más de lo que puede tener solo ocasiona dolor y pérdida

—Bueno, no sabemos qué le pasó después de que la capturaran. Solo sabemos lo que Padre nos ha contado. —Y con eso basta. Su palabra es la ley, idiota. ¿Te has vuelto completamente loca?

Nunca le han gustado los «sentimientos», y menos aún en las mujeres. Él lo denominaba «histeria».

¿Por qué habría de ofenderme? Que te llamen gorda no es un insulto, sirenita. Tiene tan poca importancia como que te llamen flaca.

Vivo en la oscuridad porque allí puedo ser yo misma, y ser una misma es lo más importante que puede hacer cualquier mujer. —Ladea la cabeza—. Pero hace falta

Los hombres inseguros suelen sentirse amenazados por las mujeres poderosas.




Puedes leerlo aquí

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