Sinopsis:
La historia de Esmeralda Santiago comienza en
la parte rural de Puerto Rico, donde sus padres y siete hermanos, en continuas
luchas los unos con los otros, vivían una vida alborotada pero llena de amor y
ternura. De niña, Esmeralda aprendió a apreciar cómo se come una guayaba, a distinguir la
canción del coquí, a identificar los ingredientes en las morcillas y a ayudar a
que el alma de un bebé muerto subiera al Cielo. Pero precisamente cuando
Esmeralda parecía haberlo aprendido todo sobre su cultura, la llevaron a Nueva
York, donde las reglas —y el idioma— eran no sólo diferentes, sino también
desconcertantes. Cómo Esmeralda superó la adversidad, se ganó entrada a la
Performing Arts High School y después continuó a Harvard, de donde se graduó
con altos honores, es el relato de la tremenda trayectoria de una mujer
verdaderamente extraordinaria
Reseña:
Cuando escribo en inglés, tengo que traducir del español que guarda mis memorias. Cuando hablo en español, tengo que traducir del inglés que define mi presente. Y cuando escribo en español, me encuentro en medio de tres idiomas, el español de mi infancia, el inglés de mi adultez, y el espanglés que cruza de un mundo al otro tal como cruzamos nosotros de nuestro barrio en Puerto Rico a las barriadas de Brooklyn.
Su madre, cansada
de la situación decide romper esquemas y entrar a trabajar a una fábrica, en
uno de esos días de asueto el más pequeño tiene un accidente y a partir de ahí
todo cambia.
Con El Paso de los
años, la relación de sus padres también desfallece y se van a vivir a Nueva
York, en donde su madre empieza a trabajar y hace una nueva vida con un nuevo
esposo.
Se trata de una
autobiografía, donde la autora, a modo de protesta, comenta que no entiende ya
bien el español, a pesar de ser su lengua materna. Y ni que decir de la
añoranza de su tierra, esa siempre nos persigue a donde quiera que vayamos. A
Esmeralda Santiago le duele no tener identidad, que otros hayan decidido por
ella, le duele que su familia no pudo salir a flote
Quienes nos hemos alejado de nuestro país, y
estamos viviendo el sueño americano, lo entendemos perfectamente.
Frases:
Ya mujer, soy
las dos cosas, una jíbara norteamericana, y llevo mi mancha de plátano con
orgullo y dignidad.
Aunque las
canciones y la poesía jíbara describían una vida dura y llena de sacrificios,
decían que los jíbaros eran recompensados con una vida contemplativa,
independiente, vecina con la naturaleza, respetuosa de sus caprichos,
orgullosamente nacionalista. Yo quería ser una jíbara más que nada en el mundo,
pero Mami dijo que eso era imposible ya que yo nací en Santurce, donde la gente
se mofaba de los jíbaros por sus costumbres de campo y su dialecto peculiar.
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