Sinopsis:
Encontrarán
en estas páginas la historia de los March, una familia sencilla, honesta, llena
de sueños. Mientras el padre está en la guerra, nosotros vamos siguiendo lo que
ocurre con las cuatro hermanas, muy distintas entre sí, y con los vecinos: el
rico y bondadoso señor Laurence y su nieto Laurie, tan travieso como atractivo.
Dolores, alegrías, esperanzas y desilusiones hay en la vida cotidiana de las
cuatro mujercitas. Nada extraordinario ocurre en ella; pero, como es casi
imposible no identificarse con alguno de los personajes, la novela cautiva
completamente al lector.
Un libro que se lee y vuelve a leer y que siempre resulta hermoso y conmovedor.
Resumen:
Mujercitas
es una obra muy bella donde temas como: amor, perdón, aceptación, comprensión,
desprendimiento y amistad, figuran mucho.
Se habla de cuatro niñas que viven con su madre, debido a que su padre se encuentra en la guerra, sobreviven como pueden y han caído en la pobreza (luego de estar acomodados), la mama debe trabajar y las chicas se quedan en casa ayudando a Lauren, quien es algo así como la sirvienta.
Cada una con su peculiar personalidad, desarrolla gustos por el arte: la lectura, la escritura, la música, la pintura... en fin, es una familia peculiar con gustos victorianos.
Siento que la autora se basó en una novela de las Bronte, particularmente orgullo y prejuicio (las niñas se me antojan demasiado atrasadas para su época social, me refiero a las costumbres, y los diálogos se asemejan a esas novelas de antaño). Fuera de eso, es un libro excelente para que las niñas aprendan mucho de él.
Lo leí en dos días, ya que las palabras no son muy difíciles y es, en general, un libro de fácil entendimiento.
Frases:
Me gustaría ser hombre para ir a luchar al lado de mi padre y
no estar aquí tejiendo como una vieja.
Margaret, la mayor, tenía dieciséis años, era bonita y algo
gordita, de ojos grandes, pelo castaño, una boca atrayente y blancas manos de
las que estaba muy orgullosa. Jo, de quince, era muy alta, morena y delgada y
hacía pensar en un potrillo, pues nunca sabía qué hacer con brazos y piernas;
de ojos grises, naricilla graciosa, mirada burlona y una larga cabellera como
única hermosura. Llevaba la ropa descuidadamente y su aspecto era de una niña
que se está convirtiendo en mujer con muy poco gusto por su parte.
Elizabeth —o Beth—, tenía trece años y una tez sonrosada,
ojos claros, suaves cabellos. Su aire tímido y sereno le valió el sobrenombre
que, muy justamente, le puso su padre: Pequeña Tranquilidad.
Amy, la menor, era... Muy importante, al menos en su opinión.
Era muy blanca y de azules ojos. El pelo, casi amarillo, le caía en rizos sobre
sus hombros.
No era una mujer muy hermosa, pero las madres siempre lo son
para los hijos, aun con la capa gris y el sombrero pasado de moda que a ellas
les parecía elegante.
El camino está delante de nosotros y el anhelo del bien y la
felicidad es el guía que nos conduce.
Cuando el señor March perdió sus bienes por ayudar a un
amigo, las dos chicas mayores pidieron que les permitieran trabajar, para
contribuir al menos a su mantención.
Al parecer a Jo le atraía el fiero carácter de la dama.
“Cuando se sientan descontentas, piensen en lo que ya tienen
y den las gracias por ello”.
Las chicas siguieron el consejo y así se dieron cuenta de que
el dinero no aparta el dolor y la vergüenza en casa de los ricos; que gracias a
su juventud y optimismo eran más felices que una anciana irritable y débil; que
aunque sea desagradable preparar la comida es mejor que mendigar, y que el buen
comportamiento vale más que una sortija.
Así el amor aleja el miedo y la gratitud vence al orgullo.
vanidad arruina a los mejores y en cambio no hay peligro de
que el talento y la bondad pasen mucho tiempo inadvertidos.
Sentía una amarga satisfacción por los problemas de su
hermana; tanto había cultivado su enojo que este terminó por agigantarse y
dominarla.
Ser elegida y amada por un hombre bueno es lo mejor que puede
ocurrirle a una mujer.
Prefiero que sean esposas de hombres pobres si son felices al
lado de ellos y no con ricos que no les den paz ni respeto por ustedes mismas.
Hay personas de edad que conservan el alma joven a pesar de
canas y arrugas y saben tratar con los niños, enseñándoles con simpatía.
La mayor riqueza es poseer el corazón de un hombre bueno, más
que todos los tesoros del mundo.
—Prefiero ser amada en una choza que vivir indiferente en un
palacio.
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