Sinopsis:
El conde de
Montecristo (Le comte de Monte-Cristo) es una novela de aventuras clásica de
Alexandre Dumas padre y Auguste Maquet. Este último no figuró en los títulos de
la obra ya que Alexandre Dumas pagó una elevada suma de dinero para que así
fuera. Maquet era un colaborador muy activo en las novelas de Dumas, llegó a
escribir obras enteras que Dumas reescribió más tarde. Esta obra se suele
considerar como el mejor trabajo de Dumas, y a menudo se incluye en las listas
de las mejores novelas de todos los tiempos. El libro se terminó de escribir en
1844, y fue publicado en una serie de 18 partes durante los dos años siguientes.
Reseña:
En Marsella, tiene su hogar el joven
Edmundo Dantés, un joven marino que corre por las esas calles en busca de su
padre, después de varios meses de ausencia. La misma juventud es su perdición,
pues es una persona que no posee ninguna malicia, presto a casarse con su
amada, nada hace caso de lo que le rodea, camina por la vida sin darse cuenta
que ha creado uno, dos o tres enemigos. Enemigos que le odian, y que quieren
que termine la felicidad que por gracia y su persona, se merece.
El pobre, estando en altamar, no sabe
que a la muerte del capitán estará firmando una sentencia. Como ya dije, es una
persona inocente, que no piensa mal. El capitán al fallecer, le encarga una
tarea de suma importancia, y versa en ello, una promesa en el lecho de muerte.
Por lo que, Edmundo, convertido en el capitán interino, desembarca en la isla
de Elba (lugar de retiro de Napoleón Bonaparte) donde le otorgan una carta que
es menester, lleve a París.
Uno de sus compañeros, de nombre
Danglars, quien le tiene envidia en sobremanera, se poner de acuerdo con
Fernando y Caderousse, para fingir una carta de denuncia, en donde se hace
saber a la autoridad competente que el joven Dantes es un conspirador en contra
del rey. Villefort, quien es el suplente, atiende este caso y no sé si es
casualidad o mala suerte, pero la carta efectivamente va dirigida a la conspiración
bonapartista en París, de la que Noirtier, el padre de Villefort forma parte.
Dicho joven, al ver su posición comprometida, finge que todo está bien y da una
puñalada por la espalda al pobre Edmundo, quien ese mismo día, se ve encerrado
en uno de los calabozos del castillo de If.
En ese lugar, el pobre protagonista
se debate entre la inestabilidad mental y la incógnita del por qué le han conducido
ahí. Pasa mucho tiempo, hasta que por fin puede establecer contacto con otro
reo, que resulta ser un abate. Planean una huida que se ve frustrada y el
hombre adopta al joven, le enseña ciencias, lenguas, filosofía, química y le
quita la venda de los ojos al estudiar su caso y dar inmediatamente con los
culpables. Desgraciadamente esa relación se ve afectada por la muerte del pobre
abate, quien se despide de su recién adquirido hijo y pupilo con un secreto millonario.
Dantés ve en la muerte que tanta pena
le trae, una oportunidad de libertad y la toma. Con esa libertad viene su
venganza, pues nada le detiene, su caudal es enorme. Después de muchas
correrías, vueltas de ajedrez, Edmundo Dantes (Conde de Montecristo, Abate
Busoni, Lord de Whitmore) sale e investiga que su padre ha muerto de hambre, que su amada se ha casado y su bienhechor (el señor Morrel, se encuentra en la pobreza), con esto inicia su venganza, después de realizarla, se retira de una vida
de lujos.
Lo dejo así de general para que se
tomen el tiempo de leerlo (tiempo muy bien invertido)
Frases:
Por
consiguiente, se encontró solo, en silencio y oscuridad, mudo y triste como
aquellas paredes cuyo frío glacial helaba el sudor de su frente.
Danglars
era uno de esos hombres calculistas que nacen con una pluma detrás de la oreja
y un tintero por corazón.
¿Olvidáis,
mi querido conde, que ese coloso, ese héroe, ese semidiós sufre de una
enfermedad cutánea que le consume?
El
ministro se inclinaba bajo el peso de tan terrible anatema; Blacas se limpiaba
la frente cubierta de sudor, y Villefort, viendo crecer su importancia, estaba
satisfecho en su fuero interno.
Materialmente
imposible! ¡Gran palabra! Desgraciadamente hay palabras tan grandes como
grandes hombres: ya conozco a ellas y a ellos.
En
política, querido mío, y vos lo sabéis tan bien como yo, no hay hombres, sino
ideas; no sentimientos, sino intereses; en política no se mata a un hombre,
sino se allana un obstáculo.
Bañada
en lágrimas, como aquella loca cuya doliente vida cuenta el pueblo,
El viejo
Dantés, a quien sólo la esperanza sostenía, la perdió con la caída del imperio,
y cinco meses más tarde, día por día de la ausencia de su hijo, y a la misma
hora en que Edmundo fue preso, expiró en brazos de Mercedes.
sino
porque los presos oyen en el silencio de la noche hasta la araña que teje su
tela, hasta la caída periódica de la gota de agua que tarda una hora en
filtrarse por el techo de su calabozo,
—Eso
demuestra, señor gobernador —dijo Faria—, que sois como aquellos de que habla
la Escritura, que tienen ojos y no ven, oídos y no oyen.
pero los
reyes de ahora, encerrados en los límites de lo probable, no tienen la audacia
de la voluntad, temen el oído que escucha las órdenes que ellos mismos dan, el
ojo que ve sus acciones; no sienten en sí lo superior de la esencia divina, son
hombres coronados, en una palabra.
Dios es
el último recurso. El desgraciado que debería comenzar por él, no llega a implorarle
sino después de haber agotado todas sus esperanzas.
porque
las oraciones para el hombre que es dichoso son a veces palabras vacías de
sentido, hasta que el dolor viene a explicar al infortunio ese lenguaje sublime
con que nos habla Dios.
Dicho y
hecho: dejó caer el cántaro al suelo, con lo que se hizo mil pedazos.
—Yo soy
—dijo el anciano sonriendo tristemente— el abate Faria, preso, como ya sabéis,
desde 1811 en el castillo de If; pero antes de esa fecha llevaba ya tres años
en la fortaleza de Fenestrelle.
Así, os
repito lo que os dije: nada haré desde ahora pare alcanzar mi libertad, puesto
que Dios quiere que por siempre la haya perdido.
Jamás
había pensado en la fuga el joven. Tienen algunas cosas tal aire de imposibles,
que no se nos ocurre la idea de intentarlas, y hasta las evitamos
instintivamente.
No seré
quizás elocuente, pero me daré a entender, y con esto me basta.
La
prisión ha concentrado todas mis facultades intelectuales en un solo punto, que
por ser estrecho ha ocasionado que ellas choquen unas con otras.
Para
descubrir al culpable, averiguad quién se aprovecha del crimen. ¿A quién podía
ser provechosa vuestra desaparición?
El
anciano era uno de esos hombres cuya conversación, como la de todos aquellos
que han sufrido mucho, a la par que sirve de enseñanza, interesa y conmueve,
empero no era egoísta, pues nunca hablaba de desgracias.
Aprender
no es saber, de aquí nacen los eruditos y los sabios, la memoria forma a los
unos, y la filosofía a los otros.
—La
filosofía no se aprende. La filosofía es el matrimonio entre las ciencias y el
genio que las aplica. La filosofía es la nube resplandeciente en que puso Dios
el pie para subir a la gloria.
El abate
contempló a aquel joven tan noble y sencillo, tan grande, leyendo en sus
facciones, animadas con el fuego del entusiasmo más puro, la sinceridad de su
afecto y la lealtad de su juramento.
vuestra
edad se tiene fe en la vida; que es el privilegio de la juventud creer y
esperar; pero los viejos ven la muerte con más claridad…
Edmundo
había sido arrojado al mar con una bala de treinta y seis atada a sus pies. El
cementerio del castillo de If era el mar.
La
profunda ciencia que había aprendido ceñía su rostro como una aureola de
inteligente superioridad.
El
amanecer le sorprendió tan febril como había estado la noche entera,
—Amigo
mío —interrumpió Franz—, sois más susceptible que Casandra, la cual era una
profetisa a quien nadie escuchaba;
Teresa
era coqueta con esa coquetería salvaje mucho más poderosa y atractiva que
nuestra coquetería afectada.
pintura
de Leopoldo Robert o de Schenetz.
—Las
tavolette son unas tabletas de madera que se cuelgan en todas las esquinas de
las calles la víspera de las ejecuciones, y en las cuales están escritos los
nombres de los condenados, la causa de su condenación y la clase de suplicio.
Por qué?
En la vida sólo hay una preocupación: la de la muerte.
La
muerte será tal vez un suplicio, pero no una expiación.
El odio
y la cólera ofuscan la mente, y el que toma la venganza por su mano se expone a
beber un amargo brebaje.
Lo más
curioso que hay en la vida es el espectáculo de la muerte.
Gregorio
XVI.
Acordaos
de que la Crónica parisiense habla de un casamiento entre la señorita Eugenia
Danglars y yo. No puedo, pues, en conciencia,
Uno de
vuestros abuelos paternos debió de tomar parte en una de las cruzadas, y
suponiendo que no sea más que la de San Luis, ya esto os remonta al siglo XI,
lo cual no deja de ser interesante.
—Podré
mostraros algunas estatuas de Thorwaldsen, de Bartolini, de Canova, todos
artistas extranjeros. Como veis, yo no aprecio a los artistas franceses.
—Tenéis derecho para ser injusto con ellos, caballero, porque son vuestros
compatriotas.
Es el
pede claudo antiguo,
un
capitalista apesadumbrado es lo mismo que los cometas, presagia siempre una
desgracia más en el mundo.
pero mi
armada naval de la India habrá conquistado algunos países, mis peones de México
habrán descubierto alguna mina.
Vosotras,
al contrario, rara vez sois atormentadas por los remordimientos, porque rara
vez sois las que decidís; vuestras desgracias os son impuestas casi siempre;
vuestras faltas son casi siempre la culpa de otros.
Pero con
quién vais a desfogar vuestra cólera? ¿Conmigo? —¡Con vos, Valentina! ¡Dios me
libre! La mujer es sagrada y la que se ama es santa.
—Señora
—dijo Montecristo—, os engañáis, no son desgracias, es un castigo; no he sido
yo, ha sido la Providencia la que ha castigado al señor de Morcef.
—Es
propio de los espíritus débiles el ver todas las cosas a través de un velo. El
alma se forma a sí misma sus horizontes.
Sólo el
que ha experimentado el colmo del infortunio puede sentir la felicidad suprema.
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