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viernes, 3 de julio de 2020

Frieda Arad - Bernabé Alatorre Ríos.



Sinopsis:

Este libro hace parte de una serie de novelas biográficas firmadas por Bernabé Alatorre Ríos que estamos publicando. La primera de ellas narra los accidentes trágicos que conforman la vida de Frida Kahlo. De acuerdo con la visión del crítico Ricardo Echávarri, “Bernabé Alatorre casi recrea la técnica de Frida y, con arte de miniaturista, colorea –con palabras– el devenir de una artista excepcional: su origen mestizo (un padre alemán, una madre oaxaqueña), su placer infantil al retocar los retratos de su padre fotógrafo, su trágico accidente en Coyoacán, su infinito amor por el pintor Diego Rivera y, sobre todo, su especial don de trasmutar el dolor físico en los cuadros de caballete más hermosos de la pintura moderna. En Frieda Arad se combina el estilo ágil, transparente, preciso del narrador, con una acuciosa documentación, que la convierte en una de las novelas biográficas más interesantes de la literatura contemporánea.” Bernabé Alatorre Ríos (México, 1949) es narrador y ensayista, autor de cuentos y novelas biográficas. En 2009 ha publicado la novela Mi vida es un desastre. 2018 fue la vez de sorprender a sus lectores con Seclusia, un relato sobre el jardín surrealista de Xilitla, de Edward James. Frieda Arad es un libro de rara belleza y refleja de modo incondicional el vértigo que fue la vida de este fascinante personaje de la cultura y las artes en México.


 Reseña:

Me preguntaba la razón del nombre del libro ¿Por qué Arad? ¿Por qué no Kahlo? Pero, una vez que lo terminé descubrí que Arad encierra el simbolismo que envuelve a la historia.

Me considero afortunada al conocer personalmente al autor Bernabé, una persona entrañable e inderrotable. Ya había leído una de sus obras, que fruto de una investigación exhaustiva sobre Sir Edward James, la hacía una excelente guía hacia el surrealismo ininteligible del castillo en San Luis Potosí.

Volviendo al tema del libro, me ha encantado cómo el autor encarna a la propia Frida, cómo ella misma va narrando su vida y las múltiples vicisitudes que su existencia fue tejiendo, cual si fuera una telaraña (con algunos tramos rotos e imposibles de reconstruir). La pintora de Coyoacán, es una de las mujeres más admirables de la pintura mexicana, en mi caso, no por su arte, sino por su supervivencia. Una mujer inalterable, fuerte ante cualquier circunstancia, compañera fiel del dolor. Alguien que ha despertado muchas críticas y asombros.

Casual, que en su vida el siete haya tenido tanta relación y ningún otro escritor lo haya notado (la mayoría se centra en imágenes muy elaboradas, demasiado tiernas y muy poca escritura; pues casi todos los libros de Frida, muestran muñecas muy anglosajonas, de tez blanca y nula uniceja). La pregunta de por qué Arad, se despeja desde el inicio de la lectura, misma que transcurre de forma sencilla, sin aspavientos; punto para el autor, ya que a la mayoría de las personas les supera entender muchas palabras que la mayor parte del tiempo no se utilizan.

Frida Kahlo, merece no un libro, sino muchos más. No es un icono del feminismo, porque para ellas, las feministas, ella  perdonó lo imperdonable: los múltiples engaños de su esposo. Sin embargo, es una fémina que, a pesar de su existencia tan difícil, logró reponerse y sobresalir entre muchas otras mexicanas, logró hacerse de un nombre internacional. Miles de personas de todo el mundo visitan la casa azul, y todo debido a ella, a Frida, quien en vida tuvo que conformarse con vivir a la sombra de Diego.


Un excelente libro, recomendado ampliamente por su estructura y contenido. La pluma encarna perfectamente a quien en vida fuera Frida Kahlo. Aprendí muchas cosas que desconocía sobre ella, por ejemplo, que en uno de sus tantos trabajos le fue encomendada la imagen de La Malinche y otras mujeres, grandes personajes mexicanos. 


Frases:

—Las brujas en Arad decían que los rayos, durante los partos, eran cosa de mal agüero y les traen mala suerte a los recién nacidos.

Conservé la fe en Dios hasta que tuve quince años.

Apoyaban las ideas nacionalistas del Secretario de Educación, José Vasconcelos

Yo hablaba español, alemán e inglés.

Ahora comprendo que cuando un hombre nos agrada y éste nos desprecia, nos arrastramos a sus pies para luego vengarnos de él.

Soñé que la máquina más grande de Fernando te cayó encima y te golpeó la pierna derecha. Por favor, hoy no vayas a trabajar ni asistas a la escuela. Algo malo presiento.

la alternativa que tenía fue vivir a pesar del sufrimiento.

Empecé a pintar no porque me creyera una artista, lo hice porque no tenía más qué hacer.

Me pintaba a mí misma, porque era a quien mejor conocía y así lo hice desde mi primer autorretrato

Respecto a tu pintura, te felicito, tienes talento, pero no para muralista, sino para el caballete. Por lo tanto, si gustas te puedo apoyar de esa manera.

Si tan sólo hubiera pensado un poco al respecto, ese mismo día me hubiera retirado para siempre de su amistad, la cual como agua se introducía en mis sentimientos, y los hería como si fueran flechas en lo más profundo de mi alma.

En casa, mi padre me decía que Diego era un elefante y yo una paloma al lado de él.

Ella y yo éramos inseparables, éramos las hermanas que más nos queríamos. Comprendí lo mucho que me amaba.

Yo sufrí dos accidentes graves en mi vida: uno en el que un autobús me tumbó al suelo, el otro es Diego. Diego fue de lejos el peor.

Amurallar el propio sufrimiento es arriesgarse a que te devore desde el interior.

Si el pasamanos del camión me atravesó el cuerpo, esa infame infidelidad me partió el alma y el corazón.

No nací para vivir sola, prefiero mal acompañada por Diego. Hay algunos que nacen con estrella y otros estrellados, y aunque tú no lo quieras creer, yo soy de las estrelladísimas.

Considero que ese tocado de la trenza es nuestra unión en el recorrer eterno del tiempo.

Escribía a diario, con ello descansaba mi alma enamorada de un hombre amable, pero corajudo, y más cuando no pintaba.

Los días pasaron y empecé a caminar por el jardín, las plantas y animales me transmitían aliento y reviví, igual como cuando a una flor le falta agua y la regamos.

Ando en cuarenta y siete años, no quiero pensar en nada malo. Pero si ya me cortaron la pierna, sólo falta que me corten la vida.


“Pies para que los quiero, si tengo alas para volar.”

Puedes leer aquí



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