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viernes, 3 de julio de 2020

Eleanor Oliphant está perfectamente - Gail Honeyman, Julia Osuna Aguilar (Translator)





Sinopsis:

Eleanor Oliphant siempre dice lo que piensa. Lucha por dejar de ser alguien con pocas habilidades sociales. Se ha preparado un calendario vital cuidadoso y estricto para evitar interacciones sociales: los fines de semana los pasa sola comiendo pizza congelada y bebiendo vodka y todos los miércoles habla con su madre. Pero todo cambia cuando Eleanor conoce a Raymond, el informático de la oficina. Juntos abandonarán la soledad en la que han estado viviendo.
Una novela cálida y elegante. La historia de una heroína fuera de lo común, cuya inexplicable rareza e ingenio descarado la llevará a darse cuenta de que la única manera de sobrevivir en el mundo real es abriendo su corazón a la amistad.

 Reseña:

Eleanor Oliphant, es una joven de 30 años que lleva una vida entregada a la costumbre. Tiene una rutina que siempre repite y la lleva a sentirse segura. En principio me pareció una historia aburrida sobre una persona aburrida, me vi tentada a abandonar la lectura, y lo hice, para después volver a darle una oportunidad a la protagonista.

A medida que avanza la trama, te das cuenta que algo anda mal. Que todas esas acciones tienen un origen, y es así como la lectura te engancha y no te suelta hasta el final. Eleanor Oliphant está todo, menos perfectamente. Es una persona con una madre horrible, ha sufrido mucho desde pequeña, y eso la ha llevado a construir un fuerte en su existencia (razón para sus acciones calculadas), está sola en el mundo y no tiene amigos. Es muy inteligente, eso no es discutible. Es muy fuerte, pero en el fondo es sensible, necesita ayuda y esa llega cuando conoce a Raymond, un compañero de su trabajo que viene a cambiarle todo el panorama.

De hecho, esa existencia se resume a antes y después de Ray. Parece que la vida, la luz, llega con él, así como el cierre de todas esas cosas que ella ha tenido a bien enterrar.

La verdad es que es un libro que muestra que por más mal que estés, siempre se puede salir adelante, que la ayuda, siempre es indispensable, y que los verdaderos amigos si existen, a pesar de que la vida se haya encargado de mostrarnos lo contrario.

Frases:


Todos los estudios demuestran que las personas tienden a buscar compañeros que sean, a grandes rasgos, igual de atractivos que ellas;

Mamá siempre me ha dicho lo fea que soy, lo despreciable y esperpéntica. Lleva haciéndolo desde que era muy pequeña, antes incluso de granjearme las cicatrices.

—No poseo teléfono móvil —le expliqué—, aunque estoy abierta a que me convenzan de su conveniencia.

Con una frecuencia alarmante me encuentro tras cada esquina gente con habilidades sociales mermadas.

Geórgicas de Virgilio.

Evidentemente, el Infierno no existe pero, de lo contrario, la música de fondo para los chillidos, los zarpazos de las horquetas y los gemidos infernales de las almas condenadas sería una selección en bucle de éxitos de los grandes musicales de todos los tiempos.

Las cosas que yo he visto no pueden ser desvistas. Las cosas que he hecho no pueden ser deshechas.

En el corazón tengo cicatrices igual de gruesas y feas que las de la cara. Sé que están ahí. Pero espero que quede algo de tejido sano, un pequeño retal por el que pueda entrar el amor y colarse dentro. Ojalá.

Me he fijado en que, por lo general, la gente que usa ropa deportiva con más asiduidad es la que tiene menos probabilidad de participar en actividades atléticas.

estoy acostumbrada a esperar, y la vida me ha enseñado a ser muy paciente.

Te crees muy lista, ¿no?, con tu trabajo y tus nuevos amigos. Pero no lo eres, Eleanor. Eres de esas personas que decepcionan a los demás, que no son de fiar, que fracasan en la vida.

A veces la vida te sorprende cuando no te lo esperas.

Hay gente, débil, que le teme a la soledad; lo que no logran comprender es que en realidad tiene una parte muy liberadora: una vez que entiendes que no necesitas a nadie, puedes ocuparte de ti mismo. Ahí está el tema: es mejor ocuparse solamente de uno mismo. No puedes proteger a los demás, por mucho que te esfuerces. Lo intentas y lo intentas pero, cuando finalmente fracasas, se te cae el mundo encima y arde hasta reducirse a cenizas.

La impuntualidad me parece de una mala educación insoportable; es una falta de respeto absoluta que implica a las claras que te consideras, a ti y a tu tiempo, mucho más valioso que la otra persona.

No estaba hecha para el analfabetismo, no me salía del alma.

Solo quería decirte que eres un desperdicio inútil de tejido humano.

Supongo que una de las razones que nos permiten continuar nuestra existencia durante el tiempo que se nos asigna en este valle de lágrimas verdiazul es que siempre, por remota que parezca, existe la posibilidad del cambio.

Daba igual lo mucho que quisieras a alguien, nunca era suficiente. No podías mantenerlo a salvo solo con amor…

El tiempo solo sirve para limar el dolor de la pérdida, pero no lo borra del todo.

No tenía ni idea de qué iba pero comprendí que, por mí, mientras estuviese allí calentita con él, podía ver hasta una partida de golf, si hacía falta.

Yo era una mujer de treinta años con un cuelgue adolescente por un hombre al que no conocía y nunca conocería. Me había convencido de que era el mío, de que me ayudaría a volverme normal, de que arreglaría las cosas que estaban mal en mi vida.

No se puede ni escapar del pasado ni deshacerlo.

La ausencia de la mayoría de las personas se siente en el plano personal de al menos un puñado de gente. Yo, en cambio, no tengo a nadie.

Hoy en día la soledad es el nuevo cáncer: algo vergonzoso, bochornoso, que tú misma te infringes si bien de un modo poco claro. Algo temible e incurable, tan espantoso que no te atreves a mencionar; la gente no quiere oír la palabra en voz alta, por miedo a verse también infectada, o a tentar a la suerte y que caiga sobre ellos un horror similar.

—No creo que nadie de este mundo pueda comprender lo que es ser yo. Solo constato un hecho. No creo que nadie más haya pasado por el conjunto de circunstancias concretas que yo he vivido. O sobrevivido, más bien. —Era una aclaración importante.

La vulgaridad es el distintivo de un vocabulario tristemente limitado.

las bibliotecas son palacios de maravillas que hacen la vida mejor.

Iba acostumbrándome paulatinamente a sentir la paleta de emociones humanas a mi disposición, a su intensidad, y la agilidad con la que pueden cambiar.


Puedes leerlo aquí


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