Sinopsis:
Adaptado de su magnífica TEDx Talk
del 2013, en tan solo 72 páginas Adichie nos ofrece una visión única sobre uno
de los temas más controvertidos de nuestro tiempo: ¿qué significa la palabra
«feminismo» hoy en día? con un estilo claro, sencillo y directo basado en
experiencias personales, Adichie defiende que el feminismo es una cuestión que
nos atañe a todos, y que para poder acabar con el problema de la discriminación
de género es necesario que la sociedad cambie su visión acerca de lo que
significa ser feminista, y un primer paso para ello es la educación de los
hijos, tanto de los hombres como de las mujeres.
Reseña:
Un librito pequeño y muy fácil de
entender. Muestra un pensamiento de la autora que no conocía, sus vivencias y
las costumbres de su entorno, sin duda alguna, repletas de machismo.
Pareciera que las mujeres hemos avanzado mucho en los ámbitos que antes pertenecían a los hombres, pero no, vamos paso a paso, de forma muy pausada.
Me identifico con la autora al decir que es una feminista sin extremos, que lucha por aquello que es lógico.
Frases:
"Hay gente que pregunta: "¿Por qué usar la palabra
"feminista"? ¿Por qué no decir simplemente que crees en los derechos
humanos o algo parecido?". Pues porque no sería honesto. Está claro que el
feminismo forma parte de los derechos humanos en general, pero elegir usar la
expresión genérica "derechos humanos" supone negar el problema
específico y particular del género. Es una forma de fingir que no han sido las
mujeres quienes se han visto excluidas durante siglos. Es una forma de negar
que el problema del género pone a las mujeres en el punto de mira.“
“Les enseñemos a las niñas a sentir vergüenza. ‘Cierra las piernas,
cúbrete’. Les hacemos sentir como si por haber nacido mujeres ya fueran
culpables de algo. Y así, las niñas crecen y se convierten en mujeres incapaces
de decir que tienen deseo. Crecen para ser mujeres que se
silencian a sí mismas. Crecen para ser mujeres que no pueden decir lo que
realmente piensan. Y crecen –y
esto es lo peor que le hacemos a las chicas– para ser mujeres que han
convertido la capacidad de fingir en una forma de arte”.
"Pasamos demasiado tiempo enseñando a las niñas a preocuparse por lo que
piensen de ellas los chicos. Y, sin embargo, con ellos no lo hacemos. No enseñamos a los
niños a preocuparse por caer bien. Pasamos demasiado tiempo diciendo a las chicas que no pueden
estar enojadas o ser agresivas o duras, lo cual ya es bastante malo, pero
después nos damos la vuelta y nos dedicamos a elogiar o justificar a los
hombres por las mismas razones. El mundo entero está lleno de artículos de
revistas y de libros que le dicen a las mujeres qué tienen que hacer, cómo
tienen que ser y cómo no tienen que ser si quieren atraer o complacer a los
hombres. Hay muchas menos guías para enseñar a los hombres a complacer a las
mujeres”.
El problema del género es que prescribe cómo
tenemos que ser, en vez de reconocer cómo somos realmente.
¿Qué pasaría si, a la hora de criar a
nuestros hijos e hijas, no nos centráramos en el género sino en la capacidad?
¿Y si no nos centráramos en el género
sino en los intereses?
Cocinar, por cierto, es una habilidad
práctica y útil también para un chico; siempre me ha parecido que no tenía
mucho sentido dejar algo tan crucial —la capacidad de alimentarse a uno mismo—
en manos ajenas.
En mi familia, yo soy la hija que más
interés tiene por la historia de quiénes somos, por las tierras ancestrales y
por nuestra tradición.
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