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viernes, 17 de mayo de 2019

Del amor y otros demonios - Gabriel García Márquez




Sinopsis:

«La lápida saltó en pedazos al primer golpe de la piocha, y una cabellera viva de un color de cobre intenso se derramó fuera de la cripta. El maestro de obra quiso sacarla completa con la ayuda de sus obreros, y cuanto más tiraban de ella más larga y abundante parecía, hasta que salieron las últimas hebras todavía prendidas a un cráneo de niña.»

En el esplendor y decadencia de la América esclavista del siglo XVIII se escribió la historia de Sierva María de Todos los Ángeles, la marquesita recluida en un convento donde enfrentará el prejuicio y la ignorancia de su tiempo, los horrores de la Inquisición y de la enfermedad incurable, y el dolor inagotable del amor sin esperanza.

Su leyenda desbordante de magia trascenderá los siglos para cuestionar la naturaleza de la fe, de la pasión y aun la opresión definitiva de la muerte.



Reseña:



Es increíble como una historia puede desarrollarse en torno a una leyenda y a un acontecimiento laboral. 
No cabe duda que Gabriel García Márquez, siempre sorprenderá por su capacidad de creación literaria. 

El libro se centra en lo que parece ser un caso fortuito: la mordida de un perro en el talón de una pequeña niña- adolescente llamada Sierva María de todos los Ángeles, a quien sin pensar, acaba de cambiarle la vida radicalmente. 

Sus padres, desde pequeña la dejaron a cobijo de la providencia, desobligándose a todas luces, de su educación; esté hecho la llevó a tener una relación muy cercana con los esclavos que pertenecían a la servidumbre de su casa. 

Aprendió varios dialectos y a veces, solo se comunicaba por medio de ellos: dormía entre los esclavos haciéndose una sola con ellos. 

Aconteció que no fue la única en recibir dicha mordida, sino que además de ella fueron varios los desafortunados que terminaron con severos casos de rabia. Es por ello que el marqués, luego de averiguar la condición de su hija (quien rebosaba de vitalidad y salud), decidió, por orden del sacerdote de la región, internarla en un convento. 

Después de esto, la joven pasó de ser un espíritu libre a una condenada por el Santo Oficio y destinada al confinamiento debido a su inminente posesión. 
A pesar de todo, ella conocerá el dolor del corazón, ese que no tiene cura, causado por un amor prohibido.



Vale la pena leerlo hasta el final.

Frases:

“Tenía la mala fama de ser remiendavirgos y abortera”

“Ella, cocotóloga insigne, le mandaba mensajes en palomitas de papel. Él aprendió a leer y escribir para corresponder con ella, y ese fue el principio de una pasión legítima que nadie quiso entender”

“Al regreso del cementerio lo sorprendió una nevada de palomitas de papel sobre los naranjos del huerto. Atrapó una al azar, la deshizo, y leyó: Ese rayo era mío.”

“Así se reanudó una amistad prohibida que por lo menos una vez se pareció al amor. Hablaban hasta el amanecer, sin ilusiones ni despecho, como un viejo matrimonio condenado a la rutina. Creían ser felices, y tal vez lo eran, hasta que uno de los dos decía una palabra de más, o daba un paso de menos, y la noche se pudría en un pleito de vándalos que desmoralizaba a los mastines.”

“Ella le preguntó por esos días si era verdad, como decían las canciones, que el amor lo podía todo. «Es verdad», le contestó él, «pero harás bien en no creerlo»”

“La ayudó en la liturgia del dormitorio con una torpeza de papá prestado. Le puso al revés la camisa de dormir y ella tuvo que quitársela para ponérsela al derecho.”

“El precioso artesonado de maderas nobles, que se repetía en los cielos de todo el convento, había sido construido por un artesano español que le dedicó media vida por el derecho de ser sepultado en una hornacina del altar mayor. Allí estaba, apretujado tras las losas de mármol con casi dos siglos de abadesas y obispos, y otras gentes principales.”

“Habló de Yucatán, donde habían construido catedrales suntuosas para ocultar las pirámides paganas, sin darse cuenta de que los aborígenes acudían a misa porque debajo de los altares de plata seguían vivos sus santuarios. Habló del batiburrillo de sangre que habían hecho desde la conquista: sangre de español con sangre de indios, de aquellos y estos con negros de toda laya, hasta los mandingas musulmanes, y se preguntó si semejante contubernio cabría en el reino de Dios.”



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