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viernes, 13 de marzo de 2020

Maridos - Ángeles Mastretta




Sinopsis:

Los protagonistas de estas estupendas historias conjuran el paso del tiempo, espantan las tristezas de los desencuentros y las separaciones o celebran pequeñas victorias compartidas.
Son parejas en vilo, en trance de ser y dejar de ser: la pareja fugitiva, cambiante, belicosa,
alegre e irrenunciable.

Después de años sin verse, y mientras juegan una partida de ajedrez, Julia Corzas cuenta historias de amor y desamor a su tercer marido, que se abandona a la calidez de su voz. De su imaginación nacen maridos infieles que no se cansan de traicionar, eternas enamoradas que siempre perdonan, viudas que aún fantasean con ser felices, amigas que se asombran ante las vueltas de la vida, novios que van y vienen sin despedirse del todo y esposos que aún logran sorprender. Todos se dan cita en estas páginas, que buscan el destello difícil de la pareja, el lugar donde la vida lucha con la costumbre.


En este nuevo libro, tan esperado por sus lectores, Ángeles Mastretta nos ofrece situaciones y personajes inolvidables, fraguados con la marca inconfundible de su ingenio. A través de un lenguaje rico y coloquial, y de un tono cómplice, casi de confidencia, Mastretta recupera el espíritu de Mujeres de ojos grandes, una obra mágica que ya ha seducido a un millón de lectores.



  Reseña:


Segundo libro que leo de la autora, quería saber cómo escribía, me gustó. Su pluma es como la que pensaba, muy parecida Isabel Allende.
La mayoría de los cuentos que aquí se reúnen, tiene un toque muy mexicano, lo que me ha agradado bastante; la autora juega muy bien con las palabras y crea muy buenas frases en todo el libro.
Trata de historias muy cotidianas y algunas no tan comunes, que pueden surgir dentro de un matrimonio, sobre todo, son historias vistas desde el lado de la pareja femenina (supongo que por eso la portada). Situaciones de amantes, esposos, hijos, viudas, etc, son retratadas con facilidad en cada historia.
Recomendado.


Frases:

Daba rabia, porque se habían querido tanto y de tan distinto modo durante los doscientos años que tenían de conocerse que era una lástima separarse así, como si nada.

Quién sabe por qué la vida suele ponerles trampas a quienes mirados desde fuera no pueden ser sino pareja el resto de sus vidas,

Lo acompañaba un mariachi que conocía de ida y regreso todas las canciones que tienen palomas traidoras en alguna de sus letras.

Conocieron en pocos años todos los hoteles de buen paso de la ciudad.
Encontró a Juan dictando una conferencia sobre sus desgracias mientras en el tocacintas sonaba un mariachi preguntándole a quién sabe quién: «¿De qué manera te olvido?».

Pasaron veinte días para todos menos para Juan, que detuvo el tiempo en la misma necedad de beber hasta desmayarse mientras le echaba la culpa a Ana de cada una de sus desgracias.

Quién sabe por qué la vida suele ponerles trampas a quienes mirados desde fuera no pueden ser sino pareja el resto de sus vidas,

Hacía más de veinte años, pero él aún la recordaba abrazando a su primer marido como si no hubiera en el mundo otro lugar en donde cobijarse. Bailaban

Afirma un genio del buen decir que la calentura, como el poder, ofusca a los inteligentes y a los pendejos los vuelve locos.

Ni cuando Constanza, su amiga del alma, entró en la Universidad y luego se fue a vivir a Londres para trabajar en una revista muy celebrada, ella quiso darse cuenta a qué horas le pasaron por enfrente los años en que se proclamaba el amor libre y las mujeres decidieron hacerse de una profesión y un destino que no dependiera de sus hombres.

Y todo ese bagaje lo colocó a las plantas del cretino que desde muy joven ya se sentía con derecho a dirigir el mundo propio y el ajeno.

—Es el papá de mis hijos. —No te preocupes. No es genético el mal comportamiento —le dijo Constanza—. A los hijos los educaste tú, él no estaba sino mirándose a sí mismo.

Tú eras la de los dieces en el colegio, pero hace daño vivir tanto con alguien como tu marido.

Recorrieron Tlalpan de abajo hacia arriba durante casi dos horas. Más de nueve gerentes avejentados y entrometidos les preguntaron hasta el color de sus matrices, sin que ellas dieran muestras de vergüenza.

A veces, cuando un lazo se estrecha de más, en lugar de unir, corta lo que amarraba.

—Hace cien años, un tatarabuelo tuyo fue amante de mi bisabuela —le dijo—. Así que ya tenemos andada una parte del camino.

«No hay mujer, por perversa que haya sido, que no se merezca varios años de viudez»,

Tanta guerra por fuera la distraía de su guerra por dentro.

La ortografía es una forma sutil de la elegancia del alma, quien no la tiene puede vivir en donde se le dé la gana.

A muchos la felicidad los empalaga y él era de éstos.



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